terça-feira, junho 29, 2004

Envio, para os assinantes do grupo, artigos de jornais argentinos sobre o mercosul durante (2004)

Federico Malagrino

Mestrando en Integração Regional Mercosur, Universidade de Buenos Aires.



Mercosur-Unión Europea: asociación que avanza

Negociaciones recientes muestran cómo, sin descuidar el interés nacional, es posible lograr objetivos beneficiosos para todos.


25/03/04
Rafael Bielsa. Ministro de Relaciones Exteriores

Hace tan sólo unos días concluimos en Buenos Aires una nueva ronda de negociaciones comerciales entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) —la duodécima desde que iniciamos formalmente el proceso negociador entre ambos bloques con el Acuerdo de Madrid de 1995— con progresos concretos en las discusiones, que alientan el cauto optimismo que caracteriza esta fase final del proceso.

No es éste el único escenario negociador para la Argentina sino que, en el marco de la nueva inserción internacional de nuestro país, basada en la integración productiva con las naciones que poseen complementariedad comercial con la nuestra, hemos abierto siete canales de negociaciones comerciales simultáneas, con la misma meta: maximizar el acceso de nuestra producción a todos los mercados del mundo, procurando diversificar las exportaciones y derramar sus beneficios sobre un sector cada vez mayor de nuestra economía.

En este contexto, la asociación birregional Mercosur-UE se destaca por su integralidad, dado que busca no sólo conformar una zona de libre comercio, sino también profundizar y revitalizar el diálogo político entre ambas regiones e intensificar cualitativamente la cooperación. En otras palabras, se trata de una negociación que excede la mera promoción de la integración comercial y que se basa en la comunidad de los valores que promueven ambos bloques, propios de los tratados llamados de "última generación".

Bajo esta premisa, desde la Cancillería avanzamos con espíritu constructivo e idoneidad técnica para cumplir con los objetivos acordados en el programa de trabajo consensuado en 2003 (Bruselas) y encontramos en nuestra contraparte europea un equipo igualmente idóneo, lo que permite intercambios fructíferos y progresivos desarrollos que van dotando de contenido concreto a esta asociación integral.

Claro que, con un enfoque de absoluto pragmatismo, debemos reconocer que existen importantes cuestiones pendientes de definición, particularmente en una de las áreas más sensibles de todo el proceso, la agricultura. Sin embargo, estas negociaciones constituyen un ejemplo contundente de cómo mediante un trabajo competente de todas las partes, y sin dejar de velar por el interés nacional en la mesa de negociación, es posible prosperar en pos de un objetivo beneficioso para nuestros pueblos.

Frente a estos desarrollos, resulta casi inevitable aludir a la negociación del ALCA, y a la inflexibilidad que, hasta ahora, han demostrado tener algunos de los actores más relevantes del hemisferio en su planteo negociador. Basta citar, por ejemplo, la posición que mantiene Estados Unidos, el país más desarrollado y también uno de los más proteccionistas de toda la región, que no alcanza a mostrar en el papel, a pesar de sus promisorias declaraciones en el contexto multilateral, propuestas realistas para los temas que más preocupan a países como el nuestro —por ej., en temas de acceso a mercados o en cuestiones de agricultura—. En éste, como en los restantes escenarios de negociación en que se encuentra la Argentina, apuntamos a lograr la apertura efectiva de los mercados para nuestros productos a través de una liberalización comercial que garantice un relacionamiento más equilibrado en todo el hemisferio.



Principios que defendemos

Aquí, la posición argentina es categórica. La política comercial que hemos diseñado se sustenta en una serie de principios rectores que aplicamos en todos y cada uno de los escenarios de negociación, entre los que se destaca el concepto de reciprocidad, mediante el que afirmamos que nada daremos si no recibimos, de nuestras contrapartes, un valor equivalente, y el de pluritematismo, que presenta a la Argentina como una Nación con intereses múltiples, que no se limita a los desarrollos en el campo de la agricultura: buscamos también un mejor acceso para nuestra industria, para los servicios, la propiedad intelectual y las inversiones.

Aplicamos esta política comercial orientada hacia la diversificación de las exportaciones, por productos y por destinos, de manera tal que los bienes exportados cuenten con valor agregado para no atar la suerte de nuestras ventas a las fluctuaciones en el precio de unos pocos bienes o al nivel de actividad económica de unos pocos socios comerciales.

En este sentido, cabe señalar que, durante el último año, las exportaciones argentinas alcanzaron el mayor índice de diversificación de productos y desconcentración de destinos de las dos décadas pasadas. De igual modo, el año 2003 fue especialmente relevante para las relaciones comerciales bilaterales Argentina-UE, ya que por primera vez en los últimos diez años, este mercado —caracterizado por una demanda con altas exigencias de calidad y sofisticación— se constituyó en el principal destino de nuestros embarques al exterior, por un total de 5.800 millones de dólares (20% del total de las exportaciones argentinas al mundo) con un incremento del 14% respecto de las ventas del año anterior.

Esta es una de las razones por las que consideramos que la relación comercial con la UE es crítica para nuestro país, al igual que para el bloque regional. Europa es hoy el principal socio comercial de la Argentina, tanto por el origen de nuestras importaciones como por destino de nuestras ventas, lo que revela el alto grado de complementariedad comercial existente entre las estructuras productivas de ambas regiones. De allí que, como la Argentina se especializa en exportar lo que Europa se especializa en importar, no dudamos en afirmar que la conclusión de las negociaciones abrirá oportunidades para nuestros productos a partir de un mejor acceso al mercado de europeo. Conforme estudios realizados por el Centro de Economía Internacional de la Cancillería, el Acuerdo Mercosur-UE impactará positivamente en el producto bruto interno argentino, estimándose un incremento de más del 4% del PIB; por otra parte, se produciría un aumento de más del 10% en las exportaciones argentinas totales, con crecimientos remarcables en el caso de la industria agroalimentaria (aceites, lácteos, azúcar, bebidas, etc.), productos de la pesca, automóviles y autopartes, productos de cuero, productos químicos, entre otros.

Tenemos en nuestras manos la oportunidad de incrementar el bienestar de nuestro pueblo profundizando los lazos históricos que nos unen con el Viejo Continente. Sólo así podremos asegurar a nuestra Nación su inserción definitiva en la senda del crecimiento sustentable.

Lunes 5 de abril de 2004

DIALOGO CON LUIZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA, ESPECIALISTA BRASILEÑO EN RELACIONES INTERNACIONALES
“Estados Unidos está queriendo ocupar la Amazonia y la Patagonia”

Acaba de publicar el libro Conflicto e integración en América del Sur: Brasil, Argentina y Estados Unidos, donde sostiene sus polémicas tesis sobre la inexistencia de América latina y la necesidad de los países del Mercosur de confrontar unidos con las posiciones de la Casa Blanca. Este catedrático de la Universidad de Brasilia que vive actualmente en Alemania explica cómo Washington utilizó al menemismo y los pasos que deberían darse para contrarrestarlo en la discusión sobre el ALCA.


Notas Relacionadas

Fervor y seguridad para la polémica

Por Washington Uranga y Natalia Aruguete

–¿Qué opina sobre la firma de la “Declaración sobre la cooperación para el crecimiento económico con equidad”, firmada por los presidentes Lula y Kirchner en Copacabana?
–Es natural. Forma parte de la política externa brasileña, que apunta a un acercamiento cada vez mayor con la Argentina. No es una novedad, es una consecuencia.
–¿Qué aspectos encierra ese acercamiento?
–El económico, que ya existe, el cultural y político. El acercamiento educativo es un trabajo demorado. Todavía hay que compatibilizar los sistemas académicos. Aquí no hay muchos doctorados. Por ley, en Brasil es necesario tener una maestría para dar clases en las universidades, en las carreras de grado. Y doctorados para dar clases en los posgrados. Ese problema tiene que ser resuelto porque hay que compatibilizar los sistemas académicos. En la Argentina hay que impulsar la formación. Hay muchas personas excelentes y competentes, pero no tienen un título de posgrado.
–En la Argentina se piensa que hay un proceso de acercamiento que hoy adquiere un nivel político diferente en relación con una posición común frente a Estados Unidos. No siempre la Argentina y Brasil tuvieron posiciones comunes frente a Estados Unidos.
–El apoyo y el acercamiento es teórico. Brasil apoya la posición argentina. Va a haber una política común en ese sentido. Pero eso no significa que Brasil vaya a hacer lo mismo que la Argentina. Son situaciones distintas.
–¿Cuáles son las diferencias?
–Brasil no tiene por qué dejar de pagar la deuda porque tiene con qué pagar. En cambio, la Argentina no. Si Brasil, teniendo con qué pagar, no la paga, los capitales huyen de Brasil. La política económica brasileña es muy criticada. Pero Lula no tiene opción. Kirchner, tampoco. Siempre digo: “En el poder, no se hace lo que se quiere sino lo que se puede”.
–La política económica de Lula recibe críticas, incluso de quienes lo han apoyado. ¿Por qué?
–El mantiene una rigidez monetaria y un superávit primario. La tasa de interés aún es elevada. No hay aumentos salariales y se mantiene una política muy rígida. Si Lula no hace lo que está haciendo, Brasil entra en crisis. La estrategia es tener una política fiscal dura y aumentar las exportaciones, teniendo un superávit constante para reducir la deuda externa y reducir la vulnerabilidad de Brasil. El problema de la Argentina es distinto. Creo que la política de Kirchner es correcta. En 1958, cuando aún había condiciones de resistir, (Arturo) Frondizi ejecutó el programa monetarista del FMI mientras Brasil suspendió las relaciones con el Fondo Monetario. Por eso, Brasil pudo seguir adelante. En cambio, los sucesivos gobiernos de la Argentina aplicaron rigurosamente las políticas del Fondo. Esto no quiere decir que todas las políticas sean desacertadas. En política fiscal no se puede gastar más de lo que se recauda, pero esta idea no se puede aplicar tan rigurosamente como el FMI pretende. En aquel momento, el FMI insistía en que Brasil suspendiera las inversiones en Petrobras. Brasil no lo hizo. La inflación creció, pero en aquella época había condiciones para eso.
–¿Qué papel juega un ministro de Economía ortodoxo como Antonio Palloci en el proyecto político de Lula?
–El está ejecutando una política correcta. Con alguna exageración... pero en general, es correcta. La credibilidad internacional de Brasil ha crecido mucho. Son factores que Lula no puede cambiar: Itamaratí (la Cancillería) y el ministro de Economía. El costo político sería desastroso.
–Lo de Itamaratí se puede entender para mantener una política de Estado. Sin embargo, lo de Palloci y la política económica es más difícil de entender en relación con el discurso de Lula...
–Es difícil de entender en relación con el discurso que hacía Lula antes. Pero en el poder no se hace lo que se quiere, sino lo que se puede. Lula-candidato puede decir: “Yo estoy en contra del ALCA”. Pero como presidente no puede romper con el ALCA. Porque crearía una ruptura con Estados Unidos que no le interesa. Sería responsable del fracaso. Cuál es la política de Brasil: seguir con las negociaciones. Pero si ellos no abren el mercado agrícola, nosotros tampoco. Se trata de negociar. El ALCA que está saliendo es un ALCA light. Es lo mismo que nada. Se disuelve. Estados Unidos quiere establecer las reglas para sus inversiones. Con eso, Brasil y la Argentina dejarían de tener una política industrial.
–El FMI presionará para que el superávit sea creciente en el tiempo, ¿cree que es sostenible ese aumento?
–Eso puede cambiar en la medida en que haya una reducción de la vulnerabilidad.
–¿Cómo se cambia?
–A través de las exportaciones. Aumentando la productividad interna. Yo no tengo fórmulas mágicas, pero puedo apuntar algunos problemas. La Argentina y Brasil privatizaron todo lo que tenían. Eso está en manos de capital extranjero y no exporta nada. El problema es que las empresas giran sus ganancias al exterior. Una firma que puso un millón de dólares, por ejemplo, puede mandar 10 por ciento para el exterior. Pero en dos o tres años logra ganar dos o tres millones de dólares de reinversiones y pasan a mandar 10 por ciento sobre ese capital. No ya sobre lo que pusieron sino sobre lo que acumularon aquí adentro. El de las privatizaciones es un problema serio. Fue un problema con (Getulio) Vargas hace 50 años, cuando él quiso imponer límites a las transferencias de ganancias. Esto es lo peor que se le puede hacer a Estados Unidos. Porque esas transferencias son la fuente de sustentación de Estados Unidos. Como hoy muchos capitales no están yendo para allá porque no tienen superávit sino déficit, el euro sube y el dólar baja cada vez más. Esto, más temprano o más tarde, va a llevar a Estados Unidos a aumentar las tasas de interés.
–¿Cuál hubiese sido una alternativa para no generar estos problemas que usted apunta?
–En 1982, Brasil debía haber declarado el default. En aquel entonces, se desplomaba el sistema financiero. Pero el gobierno prefirió aplicar otras medidas. ¡Hoy no! El sistema financiero se está defendiendo de eso.
–¿Qué importancia cobra la política internacional en países como la Argentina y Brasil? ¿Es igual que en los noventa?
–Lo que venía haciendo (Carlos) Menem en los noventa no era política internacional. El abdicó de la política internacional, de la soberanía. Y el paso a seguir fue el de las “relaciones carnales”. Pero no había política internacional en la Argentina.
–¿Y en Brasil?
–En Brasil, sí. Con diferencias, según los momentos, pero Brasil mantiene una política de Estado en materia exterior.
–¿Con qué características?
–Oponerse al ALCA. Menem aquí quería sumarse al ALCA pero no pudo. Quería relaciones carnales. Brasil, en cambio, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso rechazó cualquier tipo de intervención en Colombia. Menem apoyó y mandó tropas. Brasil no mandó buques para la guerra del Golfo. Menem, sí. Y otros puntos que muestran que Brasil tiene una línea. No es como en la Argentina: aquí cambia el gobierno y cambia la política.
–Hasta ahora, el Mercosur aparece como un acuerdo aduanero. Con Lula y Kirchner, ¿puede hablarse de un salto cualitativo del Mercosur? ¿Hacia dónde?
–Yo acompaño la integración Brasil-Argentina desde el comienzo, cuando estaban los presidentes (José) Sarney (1985-89) y (Raúl) Alfonsín (1983-89). Tenía un objetivo político, no sólo económico. Y era una integración gradual, sectorial, que marchaba hacia una unión aduanera, con la perspectiva de un mercado común como la Unión Europea. En el año 1991, los gobiernos en ambos países habían cambiado. Dentro del contexto del Consenso de Washington –liberalización, privatización, etc.– no pudiendo volver atrás, la Argentina quiso un arancel común. (Fernando) Collor de Mello (1990-92) hubiera aceptado.
–¿Y qué pasó?
–Itamaratí (la Cancillería de Brasil) lo impidió porque no quería un arancel común. Y Collor aceptó esta decisión. Es el espíritu de la mercantilización, de la liberalización de los mercados. El Mercosur fue un ensayo para la liberalización general. Había una fuerte corriente en la Argentina queriendo ir para el ALCA mientras que en Brasil había quienes querían la integración Argentina-Brasil. Y prevalecieron éstos. Hasta que el gobierno cambió. Y el gobierno de Itamar Franco (1992-95) comenzó a hacer una ampliación a toda Sudamérica, que es el espacio nuestro. América latina no existe. Es una ficción difundida en tiempos de Napoleón III para justificar la ocupación de México.
–¿Por qué cree que no existe?
–Porque Sudamérica no tiene nada que ver con México. Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay tienen una historia común, fronteras comunes. México, quiera o no, está lejos de Dios y más cerca de Estados Unidos. Y toda América Central es un centro de atracción geopolítica. La Argentina no es nada en América latina, México está por encima. Mientras que es el segundo país de Sudamérica, después de Brasil. Y junto con Brasil tienen la posibilidad de atraer a toda Sudamérica.
–Pero existe una construcción política de lo latinoamericano...
–Sí. Pero es sólo una construcción política, no es la realidad económica y geopolítica. El concepto de Sudamérica siempre estuvo latente en la política internacional de Brasil.
–El Consenso de Washington configuró en los noventa los términos del acuerdo Brasil-Argentina. ¿Hoy qué tipo de acuerdo se está estableciendo?
–La idea es conformar una comunidad sudamericana a partir de la unión Brasil-Argentina, según el criterio de la variedad de poder de compra. Es decir, que la Argentina y Brasil juntos tienen casi el doble de PBI de todo el resto de Sudamérica. Esta es una realidad que le da un peso específico. No podemos pensar en México o Costa Rica. Debemos pensar acá como un espacio estratégico. Se deben establecer instituciones supranacionales. Pero esto demora. ¿Cuánto tiempo tardó en conformarse la Unión Europea? Nosotros ya avanzamos mucho en la unión aduanera, aún imperfecta. Pero hay que ver que el problema es que Estados Unidos busca dificultar el acuerdo sudamericano. No nos olvidemos de eso. Y tiene instrumentada a la Argentina para eso.
–¿En qué sentido la tienen instrumentada?
–Menem trabajó para impedir todo. (Leopoldo) Galtieri lo hizo antes. Todos los golpes de Estado fueron hechos con el apoyo de Estados Unidos. Ahora viene un gobierno como el de Kirchner, que hace lo contrario. Hay que tener una coherencia. La Argentina tiene un papel muy importante y no puede ser lacaya de Estados Unidos. Lo que no significa ser lacaya de Brasil. Brasil es un aliado.
–Sin embargo, Lula y Kirchner plantearon la existencia de límites en este acuerdo...
–Siempre hay límites. Depende del contexto. Yo no he visto que se haya hablado de límites, pero siempre hay límites que dependen de las condiciones concretas. Que la Argentina declare el default no quiere decir que Brasil tenga que declarar el default. Hay límites. Tiene que ver con las características económicas de cada país. Brasil tiene intereses industriales más fuertes que la Argentina. Hay que comprender que una alianza de la Argentina con Brasil es más ventajosa que con Estados Unidos. Con Brasil hay posibilidad de diálogo. Con Estados Unidos, no. Tenemos que cerrar nuestra alianza: Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay. Chile todavía está lejos, hasta que un día quiebre.
–¿Por qué?
–Porque no va a sostener esta situación. Sobre todo con respecto a Estados Unidos. Están muy eludidos los chilenos. Bajo todos los aspectos, Estados Unidos está en crisis. No pueden sostener el déficit fiscal, el déficit comercial. La falta de credibilidad en el gobierno. Un gobierno mentiroso, ilegítimo. Hay investigaciones que muestran que la hostilidad hacia Estados Unidos creció en todo el mundo. Y ningún país puede liderar a otro y tener una hegemonía si es hostilizado. La hegemonía depende de una aceptación. La situación del mundo árabe es desastrosa en el mediano plazo para Estados Unidos. No van a conseguir controlar la situación. Se trata de culturas muy distintas. Ningún régimen se exporta. Pensar que va a haber democracia en China... no es posible.
–¿Cuáles son los intereses de Estados Unidos en la Argentina y Brasil, con respecto al ALCA?
–El ALCA es un proyecto comercial, de incorporación y subordinación de los ejércitos a los intereses americanos. Y ellos van a actuar según sus propios intereses.
–¿Por qué cree que está parado el proceso de conformación del ALCA?
–Brasil no acepta ese acuerdo porque destruiría la industria brasileña. Antes de la apertura, la Argentina tenía una excelente industria de bienes de consumo.
–¿Cree que las posiciones de la Argentina y Brasil frente al ALCA son taxativas?
–No sé. Creo que hay mayor conciencia respecto del ALCA. Pero los gobiernos militares se encargaron de destruir todo.
–¿De qué manera?
–Querían destruir al peronismo y a los líderes sindicales. Para acabar con los peronistas había que acabar con los sindicatos. Para acabar con los sindicatos había que acabar con la clase obrera. ¡¿Pero cómo acabar con la clase obrera?! Ahí surgió la política de las ventajas comparativas.
–Desde su punto de vista, ¿qué temas deberían integrar la agenda argentino-brasileña, en el marco de la unidad de naciones sudamericanas?
–En principio, cambiar el nombre Mercosur y pasar a ser la Comunidad Sudamericana de los países. Luego, sacar el carácter mercantil, que fue el reflejo del espíritu de la dupla Menem-Collor de Mello. Después, crear estructuras supranacionales. Por ejemplo, un Parlamento. Por último, promover la integración de las regiones por encima de los límites nacionales.
–¿Cuáles son las estrategias de Estados Unidos para instalar sus intereses en Brasil y la Argentina?
–Hay un dato que poco se sabe: Estados Unidos está privatizando el ejército, contratando empresas con mercenarios. Se está tercerizando el servicio militar. Están queriendo ocupar la Amazonia y la Patagonia. Y van a controlar. Ya están controlando la Amazonia. La primera hipótesis de guerra que se estudia en las Fuerzas Armadas (FF.AA.) brasileñas es Estados Unidos, por la Amazonia. Todos los años, las FF.AA. hacen la operación de “Ajuricaba”. Es el nombre de un guerrero indígena que enfrentó a los portugueses en el siglo XVIII.
–¿Cómo se fortalece América del Sur frente a esta estrategia?
–Una integración que sería importante es la conformación de una fuerza militar conjunta. Sería un punto esencial. Una vez Perón dijo que “el año 2000 nos encontraría unidos o dominados”. O nos unimos o seremos dominados. Tuve la oportunidad de participar de un almuerzo cuando estuve en noviembre, invitado por la gente del menemismo. Jorge Castro (postulado canciller de la fórmula Menem-Romero 2003) fue llamado a hablar y dijo que debíamos “estar prontos para ser una colonia avanzada de Estados Unidos”. En ese momento, yo dije que no tenía vocación de esclavo. Logramos la independencia de Brasil, pero no para ser colonia de Estados Unidos.



COLUMNISTA INVITADO 11-4-04

Brasil carece hoy de un horizonte de crecimiento

La situación actual de la economía brasileña no deriva, como afirma el presidente Lula, de su vulnerabilidad intrínseca, sino de los errores de concepción y gestión del gobierno, que limitan la confianza en el país.



Vi días atrás en los diarios afirmaciones del presidente Lula que me preocupan. En una dice que Brasil "está altamente vulnerable". En otra, afirma que no tiene "los poderes de Dios" (¿será que alguien imaginó tal blasfemia?).

También recientemente afirmó, con razón, que no habrá ningún "plan Lula" para la economía, pero sí la continuidad del buen sentido, reforzando lo que el ministro de Hacienda viene diciendo desde hace mucho tiempo.

También en el plano político el desencuentro de las declaraciones es grande. Lula dijo que no se resigna a que las personas estén más inclinadas hacia el pesimismo que hacia el optimismo, a pesar de tantas cosas buenas hechas por el gobierno.

¿Será él el responsable de esa incomodidad? ¿O serían los "conservadores", como lo sugirió el propio presidente? Pero, ¿cuáles? ¿Los del Partido de los Trabajadores, si así pudiéramos llamar a los "radicales" que tan to critican al gobierno? ¿O serían los "conservadores" de la misma sociedad, que parecen apoyar la política económica del gobierno? ¿O quizá sería la oposición, que siempre ve todo errado, cuando el gobierno supuestamente hace todo lo correcto? ¿O incluso habría, como llegó a afirmar un ministro, una conspiración en el aire, que se percibe en las rarificadas alturas del Planalto, pero de la que no se tiene noticias en la planicie?

Ese malestar gubernamental no es característico sólo del Brasil. El mundo pasa por un acomodamiento tectónico provocado por la globalización. El margen de maniobra de los gobiernos, incluso del más poderoso de ellos, es reducido ante la nueva lógica de los mercados.

Al no comprenderse la naturaleza de las modificaciones ocurridas y las nuevas oportunidades que, a pesar de todo, se abren para los países, la percepción de lo cotidiano se vuelve confusa.

El error del gobierno es de base. Comenzó con la repetición demagógica de haber recibido una "herencia maldita", en vez de admitir con palabras lo que reconoció en la práctica, desde la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en 2002: las dificultades de aquel año derivaron de la percepción —de las personas y los mercados— de que habría una "ruptura".

No hubo ruptura sino continuidad en el plano financiero y macroeconómico. Las decisiones responsables tomadas por el gobierno de Lula, con un ajuste fiscal correspondiente al tamaño de la amenaza verbal de los anteriores años de demagogia opositora, garantizaron mejores oportunidades para Brasil en 2003.

Desgraciadamente, a despecho del esfuerzo realizado en esa dirección, la falta de un proyecto de largo plazo pone en riesgo la oportunidad de reactivar el crecimiento en el futuro. Esa reactivación fue preparada con el cambio en las exportaciones, lo que venía ocurriendo desde 2000, con la modernización de la agricultura y con la recuperación de las inversiones nacionales y externas.

Los resultados de ese compromiso se reflejaban en los avances registrados en el Indice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas, e incluso en la mejora del coeficiente Gini, que mide las desigualdades del ingreso, como fue reconocido en el último informe del Banco Mundial.

Lo más preocupante es que difícilmente se repetirán años tan favorables para la economía internacional como 2003 y quizá 2004.

En el plano interno, el déficit nominal cayó 3 por ciento del PBI; en cuanto a la inflación, después del repunte electoral de 2002, volvió a situarse en parámetros más que aceptables.

Nada, por lo tanto, justifica la visión de una vulnerabilidad intrínseca de la economía brasileña, fruto de una supuesta "herencia maldita". La sensación de malestar registrada por el presidente Lula proviene de la inoperancia administrativa y de haber abandonado la regulación de una economía moderna de mercado que, encontrándose el Estado en crisis fiscal, necesita principalmente de la inversión privada nacional y extranjera para expandirse y generar empleos. Ocurre, en suma, por la falta de un horizonte de crecimiento, lo cual deriva no de las vulnerabilidades intrínsecas, sino de los errores de concepción y gestión del propio gobierno, que limitan la confianza en Brasil.

El Ministerio de Hacienda parece arrinconado en su buen sentido (sin estar exento, naturalmente, de críticas en cuanto a las exageraciones conservadoras del Banco Central) por un conjunto de ministerios que, con las excepciones de rigor, se complacen en no hacer nada o en soñar con hacer lo imposible: un regreso a los años 70 que, dicho sea de paso, se caracterizaron por un fuerte crecimiento económico, pero también por el crecimiento aún más rápido de la desigualdad, producto de la combinación del nacional-estatismo con el régimen autoritario.

Es oportuno el deseo de Lula de no implicarse en las "cosas menores", siempre que quede claro que las intrigas palaciegas y la conducta desviada de los servidores próximos al poder no pertenecen a esa categoría. Y siempre que se entienda que no existe nada mejor que darle a Brasil un horizonte de futuro.

Eso es lo que esperamos todos nosotros, a pesar de las críticas y diferencias. Porque las oportunidades perdidas no siempre regresan, o no regresan a tiempo para evitar problemas mayores.



Copyright Clarín y Agencia O Globo, 2004.





La crisis energética puede herir relaciones bilaterales

La solución al conflicto de intereses debe fortalecer la confianza entre Chile y la Argentina y cuidar el futuro por compartir.

Raúl Alfonsín. EX PRESIDENTE DE LA NACION. 22-4-04




Las actuales diferencias entre Argentina y Chile respecto del suministro de gas no deben hacer perder de vista a las autoridades de ambos gobiernos los profundos lazos e intereses que unen a nuestros países,

El futuro de Argentina y Chile está indisolublemente unido por una cultura, geografía y destino común.

En ese contexto me permito recordar las inmensas diferencias que nos dividían a principios de la década de los 80 y los grandes avances alcanzados en la relación bilateral a lo largo de los últimos veinte años.

Al iniciarse mi gobierno en 1983, la Argentina y Chile estaban separados por un inmenso abismo de desconfianza, cuyas aristas más salientes eran las controversias territoriales.

Cabe destacar que el gobierno radical que me tocó encabezar dio los difíciles pasos iniciales para cambiar el rumbo de la relación bilateral. En aquel difícil contexto se encontró una solución justa y definitiva para el conflicto del Beagle, conflicto que constituía una amenaza para la paz en la región, y se realizaron importantes esfuerzos para mejorar la relación bilateral, a pesar de las enormes diferencias que nos separaban de la dictadura militar que gobernaba Chile.

Asimismo, me siento particularmente orgulloso de haber contribuido al proceso de democratización en Chile. Las gestiones realizadas en Moscú y la Habana al más alto nivel permitieron desactivar la creciente insurgencia armada a la dictadura militar. Esa insurgencia hubiera prolongado inexorablemente la dictadura militar en Chile y profundizado las divisiones internas en dicho país.

Desde aquellos difíciles primeros años el camino transcurrido ha sido muy grande y la relación con Santiago constituye ahora uno de los pilares centrales e indispensables de la política exterior de nuestro país, que también llevó adelante el presidente Menem.

Además, Chile participa, aunque todavía no en forma plena, como país asociado al Mercosur, del proyecto de integración que busca unirnos en un destino común.

No es mi intención en este artículo señalar errores de previsión del actual gobierno por la actual situación en el sector energético, a la luz de que resulta evidente que nuestro país enfrenta problemas estructurales que son consecuencia del modelo económico implantado en la Argentina durante la década de los 90. En dicho modelo económico se encuentran las razones profundas de la desinversión ocurrida en el sector energético a partir del año 1998 y de la actual escasez en el suministro de gas a nuestro mercado interno y a Chile.

Sin embargo, nosotros habíamos advertido desde hace tiempo al Gobierno que la crisis energética podía ser explosiva y no conocemos que se haya hecho nada al respecto.

No es objeto del presente artículo abarcar las complejidades técnicas que reviste la problemática energética, ni desarrollar las diferencias hermenéuticas que separan a los actuales gobiernos de Argentina y Chile respecto de la interpretación del Protocolo de Interconexión Gasífera, en particular de sus artículos 2 y 7.

Mi objetivo es simplemente llamar la atención para que no se pierda de vista lo esencial y permanente por una dificultad coyuntural por más importante y costosa que sea en términos políticos y económicos para ambos países.

El abastecimiento energético constituye un pilar esencial para el desarrollo económico y el bienestar social. Es indudable que nuestro Gobierno debe esforzarse por asegurar las condiciones que permitan mantener la recuperación de la actividad productiva, luego de la grave y prolongada crisis vivida.

En cooperación

Pero tampoco puede nuestro Gobierno encontrar una respuesta unilateral inconsulta a la actual problemática energética. Una solución duradera debe tener presente que la integración energética se ha constituido en uno de los aspectos centrales de la relación económica bilateral a la luz de que más del 90% del consumo de gas natural de Chile proviene de nuestro país y que el 37% de la generación eléctrica de Chile depende de dicho suministro de gas.

Debe considerarse también que los enemigos del proceso de integración entre Argentina y Chile utilizan las actuales dificultades para minar las relaciones bilaterales que han alcanzado un intenso y mutuamente beneficioso nivel de cooperación. Paralelamente, esos sectores procuran debilitar al gobierno del presidente Lagos, quien ha demostrado su compromiso con la aspiración de fortalecer los lazos de amistad entre Argentina y Chile.

En 1983 impulsamos nuestra política de integración regional con los países latinoamericanos en general y con los de América del Sur en particular, orientados en tres grandes principios profundamente relacionados: la paz, la justicia y la solidaridad. Dichos principios permitieron al gobierno argentino de aquel momento tener una visión más amplia y superadora de los difíciles obstáculos enfrentados. Si el gobierno radical de 1983 logró alcanzar acuerdos que permitieron encontrar una solución definitiva a delicadas cuestiones territoriales con la terrible dictadura de Pinochet, no veo razón alguna por la cual no se pueda alcanzar compromisos que encuentren una solución de largo plazo a la actual dificultad de suministro de gas con el gobierno democrático del presidente Lagos.

La solución al actual conflicto de intereses debe tener presente la necesidad de fortalecer la confianza entre ambas naciones y basarse en una clara visión de futuro compartido. La actual dificultad debe visualizarse como una nueva oportunidad para profundizar la integración entre ambos países en el marco de los principios de paz, justicia y solidaridad que deben regir nuestras relaciones bilaterales.


TRIBUNA
La solución a la crisis con Chile es profundizar la integración



Las respuestas para el déficit energético no pueden encontrarse de manera individual y egoísta. La actual crisis señala la interdependencia entre la Argentina y Chile y la necesidad de fortalecer la cooperación regional.

Raúl Alfonsín. EX PRESIDENTE DE LA NACION

Hace dos semanas escribí en esta misma sección un artículo en el cual señalé las graves consecuencias que podría acarrear a la relación bilateral de nuestro país con Chile, en particular, y al proceso de integración en América del Sur, en general, la actual crisis energética que nos afecta.

En dicho artículo recordé los grandes avances alcanzados en la relación bilateral a lo largo de los últimos 20 años y el orgullo que sentía por haber encabezado el gobierno que dio los primeros y difíciles pasos para transformar la rivalidad y desconfianza que caracterizaba entonces la relación entre Argentina y Chile en un espacio de paz, cooperación y amistad.

Asimismo, destacamos que las actuales diferencias entre Argentina y Chile respecto del suministro de gas no debían hacer perder de vista a las autoridades de ambos gobiernos los profundos lazos e intereses que unen a nuestros países. No está de más reiterar en estos momentos, cuando existen sectores interesados en buscar crear un clima de hostilidad, que el futuro de Argentina y Chile está indisolublemente unido por una cultura, geografía y destino común y que emprender el camino de la rivalidad y el distanciamiento sólo traerá costos mayores a ambos países.

Los diversos intentos por responsabilizar al otro, en algunos casos bajo la amenaza de recurrir a instancias judiciales, y los cruces verbales entre altas autoridades sólo agravan y prolongan la actual crisis energética y obstaculizan la búsqueda de soluciones permanentes y mutuamente beneficiosas.

El Gobierno argentino responsabiliza a las empresas privadas por no haber realizado las inversiones requeridas y argumenta que limita las exportaciones de gas para asegurar el suministro al mercado interno, conforme a la legislación nacional y a lo estipulado en los acuerdos internacionales firmados con Chile, en particular el artículo 2 del Protocolo de Interconexión Gasífera. El gobierno de Chile exige el cumplimiento de los acuerdos de provisión firmados entre las empresas exportadoras e importadoras de gas natural y el cumplimiento del mencionado Protocolo, en particular del artículo 7. Las autoridades chilenas interpretan que dicho artículo impide discriminar entre consumidores afectados. El sector privado proveedor de gas natural argumenta que está imposibilitado de cumplir con los contratos de suministro por razones de fuerza mayor, a saber: el Estado argentino se lo impide a través de lo establecido en la Disposición Número 27/04 de la Subsecretaría de Combustibles. Finalmente, destaca que la falta de inversiones en el sector es consecuencia de la política energética que no asegura su rentabilidad.

La actual crisis que amenaza con dañar profundamente la relación bilateral y la recuperación económica de ambas economías debiera visualizarse como una

oportunidad para dar un nuevo salto cualitativo al proceso de integración entre Argentina y Chile y para permitir el diseño de políticas energéticas sustentadas en bases más sólidas. Asimismo, la actual crisis ha puesto en evidencia la fragilidad del proceso de integración que une a Argentina y a Chile y las debilidades de las políticas energéticas de ambos países.

En el artículo anterior señalé que los actuales problemas estructurales que enfrenta la Argentina en su sector energético son consecuencia del modelo económico implantado durante la década de los 90 y que en dicho modelo económico se encuentran las razones profundas de la desinversión ocurrida en el sector energético a partir del año 1998 y de la actual escasez en el suministro de gas a nuestro mercado interno y a Chile.



Capitalismo depredador

Durante la década de los 90 nuestro país llevó hasta sus últimas consecuencias la lógica de un capitalismo depredador, privatizó un sector estratégico sin regulación alguna y basó de allí en más su abastecimiento energético en el desarrollo del sector de combustibles, esencialmente petróleo y gas.

Nuestro sistema de transportes, nuestras industrias y nuestras viviendas se construyeron sobre la base de contar con fuentes de energía inagotables. No se tuvo en cuenta la posibilidad de diversificar la oferta, es decir, recurrir a fuentes alternativas, ni los daños que generan los combustibles fósiles sobre el medio ambiente, ni la necesidad de hacer un uso racional de recursos limitados. La búsqueda de beneficios en el menor de los plazos posible era el único principio que dirigía el comportamiento de todo nuestro sector energético.

Entre los innumerables desatinos, podemos mencionar que no se hicieron esfuerzos para estimular al ahorro de energía, no se impulsó la diversificación de la oferta incorporando energías renovables (solar, eólica, biomasa) o aprovechando el desarrollo tecnológico alcanzado en el campo nuclear. Tampoco se protegió el sistema ferroviario que fue reducido y desmantelado, lo que hubiese significado un importante ahorro en términos energéticos, una mayor racionalidad en el sistema de transportes y menor contaminación ambiental.

El actual gobierno argentino no cambió en esencia el modelo heredado. Quiso disfrazar la falta de políticas en el área energética con un discurso confrontativo inconducente contra los lobbies petroleros y contra el gobierno de Chile. Pero sin políticas alternativas, el recurso a las declaraciones altisonantes sólo genera irritación. Finalmente, ante la falta de opciones, el Gobierno debió ceder y conceder los aumentos exigidos por los lobbies petroleros tan criticados.

No es objeto del presente artículo abarcar todas las complejidades técnicas que reviste la problemática energética. Mi objetivo es simplemente llamar la atención para que no se pierda de vista lo esencial y permanente por una dificultad coyuntural por más importante y costosa que sea en términos políticos y económicos para ambos países.

El abastecimiento energético constituye un pilar esencial para el desarrollo económico y el bienestar social. Es indudable que los gobiernos de la región deben esforzarse en asegurar las condiciones que permiten el crecimiento económico. Nuestros hogares, industrias y transporte dependen del aprovisionamiento de energía. Todos los especialistas en la materia concuerdan en que la búsqueda de una solución autárquica a nuestra problemática energética es más costosa, menos eficaz y más vulnerable que una solución regional en la cual se potencian nuestras respectivas complementariedades.

Para Chile, las ventajas de la integración energética regional son aún más evidentes que para nuestro país, rico en recursos energéticos.

La solución no puede encontrarse de manera individual y egoísta sino de manera colectiva y solidaria. La actual crisis nos señala nuestra mutua interdependencia y la necesidad de fortalecer nuestra cooperación regional en el área energética. La integración de los mercados energéticos nos indica a su vez la necesidad de avanzar hacia una mayor coordinación de políticas energéticas, sector que podría constituirse en la columna vertebral del proceso de integración regional.

Como destaqué en el artículo mencionado, la solución al actual conflicto de intereses debe tener presente la necesidad de fortalecer la confianza entre ambas naciones y basarse en una clara visión de futuro compartido. La actual dificultad debe visualizarse como una nueva oportunidad para profundizar la integración entre ambos países en el marco de los valores de paz, justicia y solidaridad que deben regir nuestras relaciones bilaterales.

Mientras esperamos una solución profunda y duradera a la problemática presente, compartamos como hermanos la escasez con la esperanza de que pronto vendrá un futuro mejor.

COLUMNISTA INVITADO
No satanizar al FMI ni tampoco endiosarlo
9 de mayo



Sin instituciones globales fuertes y competentes que ayuden en forma casi preventiva a los países en desarrollo, serán éstos los que más paguen la cuenta de los desajustes financieros internacionales.

Fernando Henrique Cardoso. EX PRESIDENTE DE BRASIL


El Fondo Monetario Internacional ha dado un paso en la dirección correcta. Desde hace mucho tiempo, el gobierno brasileño ha manifestado su inconformidad con la existencia de dos formas de contabilizar la inversión pública. Si es en Europa, los gastos no se calculan como déficit; si es en América latina, aumentan el déficit.

En la reunión de gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo que se realizó en Fortaleza en marzo de 2002, pronuncié un fuerte discurso para mostrar esa discrepancia. La segunda persona en la jerarquía del Fondo, la economista estadounidense Anne Krueger, estaba presente. Después de eso, conseguimos cambiar el criterio en lo que se refiere a las inversiones hechas por las empresas públicas no dependientes de la Tesorería, como es el caso de Petrobras.

Ahora parece que hubo un nuevo avance: el Fondo aceptó ampliar experimentalmente su criterio, permitiendo que sean excluidas del déficit algunas inversiones públicas realizadas en el área de la infraestructura. Esto, por supuesto, después de minuciosos análisis de la rentabilidad de la inversión y de su efecto fiscal.

¡Aleluya! Pero, cuidado: esa decisión cautelosa no resuelve la cuestión de las inversiones en general que, en el caso de Brasil, han estado disminuyendo desde 2002. Y hablar de crecimiento económico sin inversiones es caer en la mera palabrería.

Y cuidado también por otra razón: no pasemos a satanizar al FMI. De hecho, la estabilización de la moneda y la preocupación por mantener bajo control a la deuda y, por tanto, por generar un superávit primario que la vuelva solvente, son requisitos, aún no suficientes, del crecimiento sustentable, independientemente de los programas con el FMI.

Es bueno reafirmar que cabe la discusión sobre el nivel adecuado del superávit primario, sobre la disminución de la tasa básica de intereses y, por tanto, sobre la reducción efectiva de la deuda como proporción del producto interno bruto. En esta discusión deben considerarse no sólo el superávit primario, sino también el nominal. Pero todo esto en el contexto de otras medidas diversas, capaces de generar confianza y estimular el crecimiento.

Si satanizar al FMI no ayuda a la economía, tampoco es conveniente endiosarlo. El aval del Fondo a los programas de estabilización dejó de tener el peso que un día gozó junto a los inversionistas y acreedores privados. Por eso mismo, el volumen de préstamos del Fondo para asegurar el apoyo a las economías en dificultades coyunturales aumenta en cada nueva crisis. Y la verdad es que las economías emergentes, como la brasileña, necesitan de instituciones que aseguren la liquidez cuando es necesario y, sobre todo, que funcionen como una instancia con credibilidad para disminuir el grado de exposición a las incertidumbres del mercado internacional.

La pérdida de eficacia del aval del Fondo ante los mercados y las dificultades de solvencia de las economías emergentes son procesos que se han ido desarrollando a lo largo de las últimas décadas.

En la reunión realizada en marzo en el Club de Madrid — institución que presido y que está compuesta por 34 ex jefes de Estado y primeros ministros— evaluamos el papel del FMI, tanto desde el ángulo económico como político, para el fortalecimiento (o no) de la democracia.

Como si estuviéramos haciendo eco a la pertinencia de las posiciones de John Maynard Keynes en la polémica con Harry Dexter White en la conferencia de Bretton Woods, se hizo énfasis en la importancia de la ampliación de los derechos especiales de giro para la superación de las crisis.

Los pleitos por las reformas en la estructura de las instituciones creadas en Bretton Woods (y no sólo el Fondo) han perdido ímpetu en los últimos años. La preocupación por el terrorismo acabó por darles más valor a la defensa y la seguridad que al desarrollo económico.

Pero quedan algunas cuestiones básicas. Como lo previera Keynes, los flujos del comercio liberados requieren de crecientes flujos de financiamientos. Sin instituciones globales fuertes y competentes que ayuden en forma casi preventiva a los países en desarrollo, serán éstos los que más paguen la cuenta de los desajustes financieros internacionales.

Por eso mismo es tan importante poner en la perspectiva adecuada la relación entre los gobiernos y las instituciones internacionales. Cuanto más fuertes y competentes sean ellas, y cuanto más democráticos y transparentes sean los procesos de decisión, será mejor para la economía global, pero sobre todo mejor para los mercados emergentes, tan sujetos a las tempestades especulativas y a las tribulaciones propias de los mercados financieros.

Esto, entre tanto, no basta para poner a los países en el camino del desarrollo. Mientras los gobiernos y las sociedades no sepan qué reivindicar, y mientras que tampoco tengan la competencia y la fuerza para entender que la estabilidad, la responsabilidad fiscal y las medidas que fomenten la confianza y la inversión son necesidades nacionales y no imposiciones externas, del FMI o de quien sea, continuarán protestando contra demonios imaginarios o adorando a dioses de barro.

Copyright Clarín y Agencia O Globo, 2004.




TRIBUNA
Esta amistad es para siempre
A dos días de dejar su cargo, el autor reflexiona sobre cómo se robustecieron las relaciones entre Argentina y Brasil. La integración no se basa sólo en intereses sino en una visión compartida del mundo.

José Botafogo Gonçalvez. EMBAJADOR DE BRASIL EN LA ARGENTINA


11 de mayo

Fue para mí un honor poder servir durante más de dos años como embajador de Brasil en Buenos Aires, no sólo por la importancia política de las relaciones bilaterales sino también por el agasajo que recibí en esta ciudad cosmopolita y en este país orgulloso, de un pueblo vibrante y admirable. Al despedirme de mis funciones y de los amigos argentinos quisiera compartir con ellos una breve reflexión acerca de mi experiencia en la Argentina, que empezó un 9 de enero de 2002 con una intensidad poco vista en las misiones diplomáticas.

Me tocaron dos años intensos e inolvidables. El 2002 comenzó con una profundización de la recesión y con el aislamiento casi completo de la Argentina. No obstante, la devaluación argentina, aunque necesariamente traumática, superó el obstáculo de la sobrevaluación del peso y eliminó la asimetría cambiaria con el Brasil, factor de complicaciones e incluso de irritación en la relación bilateral, con consecuencias para el Mercosur.

De esa forma, no sólo surgieron las condiciones para una mayor competitividad de la Argentina en el comercio internacional, sino que se abrió paso a una mayor coordinación de políticas entre ambos países. En el contexto de la caída del comercio bilateral se puede decir que el escenario negativo fue compensado por un esfuerzo de aproximación política, en la que la relación bilateral apareció como parte de la solución del problema argentino. El Brasil nunca descreyó de la Argentina; al contrario, le tendió una mano fraterna y amiga, interesada, sin duda, porque una Argentina estable y próspera es un interés nacional brasileño de primera magnitud.

La perspectiva brasileña se mostró correcta. El crecimiento volvió a la Argentina en 2002 y se consolidó a lo largo de 2003. El crecimiento de 8,7% del PBI en 2003, acompañado de mayor estabilidad en la vida política y social, han inyectado nuevo optimismo con respecto al futuro del país y de la integración. En esos últimos años, la conciencia de nuestros problemas comunes y de la importancia de la integración como instrumento para lograr el desarrollo fueron factores de mayor acercamiento entre Brasil y la Argentina. Creo que nunca antes vivimos una etapa de tanta convergencia entre Brasil y Argentina como la que estamos viviendo.

En los encuentros entre nuestros presidentes, siempre se ha reafirmado que el Mercosur y, en su seno, la relación privilegiada entre Brasil y la Argentina, son obra colectiva que requiere mucho trabajo y sobre todo confianza en nuestra capacidad de enfrentar los desafíos del mundo presente.

La crisis no debilitó la sociedad estratégica entre nuestros países sino profundizó la conciencia de que tenemos por delante un futuro común y de que juntos podremos defender mejor nuestros intereses en el mundo.

Las crisis suelen dar lugar a períodos de gran creatividad. Eso significa que es fundamental mantener la confianza, pero no la confianza ciega, sino la que está basada en la yuxtaposición entre intereses concretos y valores compartidos. Esta tal vez sea la lección más importante que me llevo de la Argentina. Los intereses concretos tienen que ver con la evidencia de que juntos nuestros países serán política y económicamente más fuertes.

Las declaraciones conjuntas de nuestros presidentes simbolizan la coincidencia entre intereses y valores que sostiene la relación Brasil-Argentina como eje central del Mercosur. Ya no cabe duda de que la integración es una política de Estado en ambos países, que se basa no sólo en intereses económicos y políticos, sino también en una visión de mundo compartida sobre el futuro que queremos construir como pueblos y naciones.

Es un proyecto que supo cementar los pilares económicos y comerciales con la fortaleza de los valores comunes, un proyecto que al cuerpo de acuerdos comerciales le dio el alma de los valores compartidos. La asociación entre intereses y valores se refleja en una participación más activa de la región en el mundo, sea en los foros político multilaterales con la presencia, por ejemplo, de un diplomático argentino en la delegación brasileña en el Consejo de Seguridad de la ONU, sea en la negociación conjunta de acuerdos de libre comercio. Por esa misma razón las diferencias son tratadas de forma institucional —como demuestra la comisión que monitorea el comercio bilateral—, los presidentes hablan con frecuencia y la solidaridad entre nuestros países empieza a dar sus frutos en la relación con organismos multilaterales de crédito.

Me despido de la Argentina en un momento particularmente fructífero de las relaciones bilaterales. Juntos estamos transformando los enormes desafíos por delante en oportunidades para generar el desarrollo económico y social de nuestras naciones. Al partir, dejando a amigos tan queridos, lo hago con la certeza de que se aplica a la amistad argentino-brasileña lo que dijo Borges de Buenos Aires: "La juzgo tan eterna como el agua y el aire". Y con el buen sentimiento de que agregué algunos ladrillos a ese monumento. Hasta siempre!


UN RIESGO PARA LA ARGENTINA

Brasil: difícil, pero no en crisis

Un economista argentino con años de residencia en el vecino país da su versión de la situación. Y relativiza los argumentos de sus colegas locales.

Fabio Giambiagi* ESPECIAL PARA CLARIN 23 de mayo


A lo largo de los últimos años, en mis contactos con amigos y colegas argentinos, vengo recogiendo tres percepciones sobre la economía brasileña que parecen repetirse cada vez que el dólar sube en Brasil:

Primera: la economía no crece.

Segunda: la deuda pública es impagable.

Tercera: el Gobierno debería reconocer eso y renegociar la deuda de una buena vez por todas.

Tales impresiones, ¿tienen base real? Veamos más de cerca.

El gráfico anexo muestra el comportamiento del PIB desestacionalizado. Se puede ver claramente que la economía brasileña está en trayectoria de recuperación desde que modificó su política cambiaria a comienzos de 1999. Esa trayectoria fue apenas temporariamente interrumpida por tres trimestres en 2001, debido a una durísima restricción energética y por dos trimestres en 2003, cuando la inflación en 12 meses llegó a 20 % y amenazaba llevarse a la estabilización por delante, obligando al Banco Central a un shock monetario riguroso que cobró su precio en el nivel de actividad.

Sin embargo, Brasil volvió a crecer a partir del tercer trimestre del año pasado. Si se toma en cuenta el nivel del cuarto trimestre del año, cuando no hubo shocks Brasil creció, con respecto al cuarto trimestre del año anterior, 3,3 % en 1999; 3,9 % en el 2000; 3,9 % en el 2002; y debe crecer más de 3,0 % este año. Que es una cifra frustrante, no hay duda. Pero que sea una economía que no crece, es una afirmación que claramente no está ajustada a la realidad.

La segunda percepción equivocada que muchas veces noto en alusiones diversas que se hacen con respecto a Brasil es que la deuda pública sería impagable. Para discutir esa apreciación, hagamos una cuenta. La deuda pública "pura" (sacando el 5% de base monetaria que aparecen como parte de la estadística de deuda en los cuadros del Banco Central) en Brasil es de 54 % del PBI. Ante eso, la pregunta que cabe es: ¿cuál es el superavit primario que es necesario para evitar que ese coeficiente crezca?

La respuesta, aún con 10 % de tasa real de interés y 3 % de crecimiento —hipótesis pesimistas— es 3,7 % del PIB, pues con esa cifra la deuda a cada año seguiría siendo de 54 % del Producto. Como el superavit primario es de 4,3 % del PBI, en principio no habría por qué suponer que la deuda no se puede pagar.

Alguien podría alegar que el superavit primario es obtenido a costa de un ajuste que "ahoga" el gasto público. Ocurre que el gasto primario, en términos reales, creció a la increíble cifra de 6% al año durante los 8 años del Gobierno Cardoso. Y entre 2002 y 2004 se mantiene como porcentaje del PBI, ya que el aumento del superavit primario del Gobierno Lula habrá sido obtenido a costa de más impuestos. O sea que la idea de que el gasto público está siendo "reprimido" está también distante de la realidad.


Lejos del default

Por último, en función de lo que ocurrió en la Argentina —donde el "default" de la deuda sí era inevitable en las condiciones a las cuales se llegó en Diciembre del 2001— mucha gente supone que Brasil debería hacer lo mismo. Hay una diferencia fundamental, sin embargo: del total de la deuda pública brasileña, apenas 20 % es representada por la deuda externa. Eso significa que "renegociar la deuda" en Brasil no significaría "enfrentar al FMI" o "sentarse con los acreedores internacionales" sino "cerrar la puerta de salida" del sistema financiero a las empresas y a la clase media brasileña, que son quienes tienen la mayor parte de los títulos públicos del Gobierno. En buen criollo, eso tiene un nombre: se llama "corralito" y si el Gobierno optase por esa estrategia, causaría una hecatombe política —además de crear un conflicto gravísimo— porque la Corte Suprema no convalidaría ese acto contra ciudadanos brasileños.

Hay un elemento clave para entender lo que está en juego: contrariamente a lo que ocurre en muchos países de América Latina, en Brasil la clase media ahorra en moneda nacional, en títulos públicos y en base a la confianza de que no habrá cambios en las reglas del juego.

El último Presidente que "pateó el tablero" fue Collor. Lo hizo el primer día de Gobierno, en plena "luna de miel" con los electores, con la disculpa de la presión de 84 % de inflación mensual y así y todo no es casualidad que su mandato haya acabado en "impeachment". Si Lula llegase a imitarlo, habiendo ya dejado atrás el año de "luna de miel" con el electorado y con apenas 6% de inflación anual, estaría cometiendo, en realidad, un verdadero suicidio político.


El camino de salida

Por lo tanto, el mejor camino a ser seguido por Brasil es el de la persistencia. Fue ella que le permitirá en 2004 reducir la relación Deuda externa neta/PIB de casi 4 donde había llegado en 1999, a apenas 2, el menor nivel de los últimos 25 años. La misma que le permite al país tener este año una tasa real de interés de 9%, muy por debajo de los 13 % del año pasado. Y que hará que las autoridades monetarias alcancen 6% de inflación, ante los 9% del año pasado, en un cuadro de crecimiento moderado.

El país sigue teniendo, claramente, que vencer el desafío de crecer a una tasa más alta que la de 3% a 3,5% esperada para 2004. Pero para eso se necesita una nueva reforma de la seguridad social; un ambiente regulatorio más favorable a las inversiones; y el desarrollo de mecanismos más eficaces de estímulo al ahorro doméstico.

Nada de eso sería beneficiado si Lula decide cambiar las reglas de juego en el trato de la deuda pública. La política del Presidente decepciona a aquellos que creían ser viables algunas de las promesas del entonces candidato Lula, pero es la mejor para un país dispuesto a basar su crecimiento en el esfuerzo de construcción de un ambiente institucional caracterizado por la estabilidad macroeconómica y la estabilidad de reglas.

*Economista del Instituto de Pesquisas Económicas Aplicadas-IPEA, un organismo oficial brasileño.


Brasil logra un nuevo récord de ahorro fiscal

Sumó en abril US$ 3.838 millones. Se sobrecumplió lo acordado con el FMI.


29 de mayo clarin


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Brasil registró en abril un nuevo récord en su superávit fiscal primario mensual, al ahorrar en ese mes 11.900 millones de reales (3.838 millones de dólares al cambio actual), informó ayer el Banco Central.

Marzo ya había sido récord con 10.300 millones de reales (US$ 3.551 millones). Esos altos niveles de superávit garantizan la transferencia de fondos para el pago de la deuda externa.

El último acuerdo entre Brasil y el FMI justamente incluye una meta de ahorro de 4,25% del PBI para las obligaciones externas. Los últimos números indican que en el primer cuatrimestre se sobrecumplió esa meta al alcanzar un superávit de 6,35%, suficientes para dar por hecho todo el compromiso del primer semestre del año.

Este ahorro alcanzó para pagar los intereses de la deuda pública de abril, que sumaron 3.363 millones de dólares.

Sin embargo no todo son sonrisas. En el primer cuatrimestre los intereses de la deuda sumaron US$ 14.011 millones. Hay que notar que eso equivale a 8,08% del PBI, casi el doble de la meta acordada con el FMI y bien encima de los récords de superávit anotados por Brasil. Como el país no pudo pagar todo lo que debe en el período, acumula un déficit nominal de 2.999 millones de dólares.

Veamos un ejemplo más amplio. Tomando los últimos 12 meses a partir de abril el gasto de Brasil sólo en intereses de su deuda llega a 45.920 millones de dólares, con un déficit nominal de 23.535 millones de dólares (el 4,45% del PBI), que debió ser financiado con nueva deuda.

La información oficial indicó además que la deuda del sector público no bajó sino que aumentó ligeramente en el período mes a mes. Pasó de marzo a abril de 924.400 millones de reales (57,37% del PIB) a 926.400 millones de reales (56,6%). Pero si se calcula la evolución en el cuatrimestre ahí sí se ve una caída de 2,1% del PIB.

Esta semana el gobierno anunció además que en el primer trimestre del año el país logró un crecimiento de 2,7% con respecto a igual período de 2003. El presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, un economista de firme pensamiento ortodoxo, afirmó ayer que ese dato indica que Brasil está en un "período sólido de crecimiento".

"Toda recuperación económica tiene un determinado ritmo, y Brasil está siguiendo ese ritmo muy bien. El mercado está reaccionando. Estamos comenzado un período sólido de crecimiento", dijo el titular del Banco Central a la red Globo de TV, para agregar que esa tendencia ya se nota en los sectores sensibles al crédito.

En la visión de Meirelles, el país "está creciendo, el país está con la inflación bajo control, con buen desempeño de sus exportaciones y la reducción de la deuda. Esta vez, Brasil está sólido, y en condiciones de crecer de forma sostenible".


EL FRENTE EXTERNO: HABRIA MAS PLAZO PARA PAGAR Y BAJARIAN LOS INTERESES
A pesar de la quita, la deuda sería tan alta como antes del default

30 de mayo clarin

Con la reestructuración, Argentina podría seguir debiendo hasta 140 mil millones de dólares.

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Ismael Bermúdez.
ibermudez@clarin.com
ibermudez@clarin.com

Si la Argentina logra cerrar un acuerdo de reestructuración con los acreedores privados, la deuda pública total —que hoy ronda los 180.000 millones de dólares— podría reducirse a 110.000 o 140.000 millones de dólares. El número final dependerá de los niveles de la quita que finalmente se aplique.

Si se la mide en relación al tamaño de la economía nacional, esa deuda equivaldría, en el primer caso, al 80% del Producto Bruto Interno actual. Tomado el segundo caso, la equivalencia sería del 100 por ciento del PBI.

En diciembre de 2001 (antes de la devaluación y el default), la deuda pública era de 144.000 millones de dólares o pesos y equivalía al 57% del PBI.

De esta forma, si se concretara una negociación con un resultado aproximado al que planteó el Gobierno en su propuesta de Dubai, la Argentina igual seguiría fuertemente endeudada. Estaría casi al mismo nivel en dólares que tenía en 2001, aunque con mayores plazos de pago y menores intereses. Pero con una deuda superior a la que existía al momento del default si se la compara con el tamaño de la economía.

Durante toda la década de los 90 y entre los años 2000 y 2001, la Argentina refinanciaba gran parte de los intereses que iban venciendo. Para esto, tomaba nueva deuda en los mercados internacionales y préstamos de los organismos financieros internacionales (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y Fondo Monetario Internacional).

Ahora, esa política cambió: el Tesoro aparta del superávit fiscal el equivalente a 3% del PBI para cumplir con sus compromisos. Y se compromete a incrementarlo en los próximos años para cumplir con los servicios de la deuda reestructurada.

Cuando se produjo la devaluación, la deuda pública era de 145.000 millones de dólares. Y disminuyó a 113.000 millones de dólares por la pesificación de parte de los compromisos internos. Pero luego fue aumentando con la deuda nueva o "deuda posdefault". Se emitió con posterioridad a diciembre de 2001 por la compensación a los bancos por la pesificación e indexación asimétricas, el reconocimiento de deudas con proveedores, provincias, jubilados, estatales y los intereses impagos.

Entre tanto el Gobierno fue pagando los intereses de la deuda que no se declaró en default y cancelando algunos vencimientos de capital a los organismos financieros internacionales por unos 10.000 millones de dólares.

De esta manera, después de haber hecho algunos pagos, pesificado deudas y de haber reconocido compensaciones, la deuda pública a fines de 2003 trepó a los 178.821 millones de dólares, lo que representa el 130% del PBI. Así, más que duplica el porcentaje anterior a la devaluación.

Estas cifras no son definitivas porque queda aún pendiente la negociación con los acreedores privados. Si se obtuviese una quita de máxima del 75% sobre la deuda en default, el endeudamiento público se reduciría en unos 60.000 millones de dólares. Suponiendo un acuerdo intermedio (75% en términos de valor presente) el descuento podría ser de 40.000 millones.

Concluida la reestructuración, la deuda pública se ubicaría en torno a los 120.000 y 140.000 millones de dólares, entre el 80 y 100% del PBI. Así, el endeudamiento público seguiría siendo muy alto, duplicando o más, el 40% del PBI que se considera razonable para un país subsdesarrollado.

Esta nueva deuda se haría frente con un superávit del 3 al 4% del PBI, lo que representaría entre 4.200 y 5.600 millones de dólares anuales.


DEBATE
Brasil y Argentina: perspectivas ante el siglo XXI

Los gobiernos de Lula y de Kirchner pueden coordinar sus estrategias de desarrollo nacional y ser protagonistas en un orden internacional multipolar.

Clarín 2 de junio

Helio Jaguaribe. INSTITUTO DE ESTUDIOS POLTICOS Y SOCIALES (BRASIL)

A pesar de las relevantes diferencias, Argentina y Brasil afrontan, en lo fundamental, dos problemas principales.

Domésticamente, con el problema de superar importantes remanentes de subdesarrollo. Internacionalmente, con el problema de ampliar, significativamente, sus respectivos espacios de permisibilidad internacional.

Argentina logró, desde la segunda mitad del siglo XIX, constituir, a partir de Sarmiento, una sociedad de buen nivel medio de educación. Actualmente, aunque se haya deteriorado el nivel educativo del país, relativamente al que tuve algo como hace dos décadas, la sociedad argentina continúa siendo la más educada y civilizada sociedad de América Latina.

Brasil, a diferencia de Argentina, logró mantener satisfactoriamente un continuado proceso de industrialización, espontáneamente, desde la década de 1930 y, deliberadamente, bajo el segundo gobierno de Vargas (1950-1954) y el dinámico desarrollismo del gobierno de Kubitschek (1956-1960).

El proceso de globalización, agravado por el unilateralismo del gobierno de Bush, está reduciendo, drástica y aceleradamente, el espacio de permisibilidad internacional de los países emergentes. Argentina y Brasil están sometidos a crecientes limitaciones de sus respectivos espacios de permisibilidad. Eso deviene de una multiplicidad de factores condicionantes, económicos, financieros, tecnológicos, culturales y políticos.

Argentina y Brasil disponen, si actúan pronta, coordinada consistentemente, de la posibilidad de constituir el núcleo central de un importante sistema internacional autónomo, que se podrá tornar uno de los grandes protagonistas de un futuro régimen multipolar.

Disponen así mismo, en la hipótesis alternativa de consolidar y universalizar el "Imperio Americano", de la posibilidad de que se las inserte como provincias de primera clase, a semejanza de la UE y no, como aisladamente les sucedería, como fragmentos del Tercer Mundo.

Las condiciones para empezar la ejecución del binomio "integración-desarrollo" se presentan de modo bastante favorable, en el inicio de mandato de los presidentes Lula y Kirchner. No hay que subestimar, sin embargo, la medida en que, para los dos países, dadas las presentes condiciones del mundo y la situación que heredaron de los últimos años, son muchas las dificultades para iniciar un serio proyecto dedesarrollo.

Compensatoriamente, nunca fueron más favorables las condiciones para consolidar y profundizar la integración argentino-brasileña. Es por ello, que iniciativas como la realización del Primer Seminario Internacional la Agenda del Desarrollo en América Latina. Balance y Perspectivas, organizado por el Instituto Federal de Estudios Parlamentarios y la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad de Gral. San Martín, es una oportunidad para que estos temas del desarrollo se encuentren presentes en la agenda pública de ambos países para la inmediata acción de nuestros Gobiernos.«nSíntesis de la conferencia que será presentada en el seminario "La agenda del desarrollo en América latina. Balances y perspectivas", que se realizará el 2 y 3 de junio en el H. Senado de la Nación.


Palocci: "El izquierdismo es una enfermedad infantil"


La nación 11 de abril

El ministro brasileño de Hacienda criticó así a un sector del PT



· Lo hizo en respuesta a un pedido del ala más radical del oficialismo, de relajar los controles de la inflación

· Ese grupo había acusado al gobierno de empeorar la economía



SAN PABLO (DPA).- El ministro brasileño de Hacienda, Antonio Palocci, rechazó ayer tajantemente la propuesta de un grupo de legisladores oficialistas, que pidieron al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva relajar el control de la inflación para lograr más crecimiento económico.

Según el ministro, la propuesta, elevada al gobierno por 15 diputados del Partido de los Trabajadores (PT), representa "una equivocación técnica gravísima" y queda "al borde de lo lamentable".

"Cambiar los instrumentos que estabilizan la economía me parece un error bastante infantil. Incluso, como decía Lenin, el izquierdismo es una enfermedad infantil. Elevar la meta de inflación es una propuesta que queda al borde de lo lamentable", expresó Palocci, uno de los hombres fuertes del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

El ministro -duramente cuestionado, principalmente por el sector izquierdista del PT, por la demora en lograr la reactivación del crecimiento económico de Brasil-, sostuvo que el documento revela "una falta de entendimiento" de sus autores sobre el funcionamiento de la economía.

"Seguramente no hay mala fe en el documento. Pero es una equivocación técnica gravísima", dijo.

Según Palocci, la actual política económica ha logrado bajar la inflación a un 5,5% en 2004, con posibilidades de llegar al 5% en el próximo año.

"Proponer una inflación elevada cuando tenemos una inflación baja es algo que no he visto nunca en ningún libro de economía o de cualquier otra área de crecimiento o desarrollo", dijo.

El documento titulado "Declaración de Pascuas - Antes que sea tarde: cambios ahora", divulgado el miércoles pasado por los diputados del PT, denuncia que tras 15 meses de gobierno de Lula da Silva existe en Brasil un "empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores".

Los legisladores sostienen que el actual modelo económico asegura ganancias a los bancos y a los más ricos, mientras que, "del lado más débil aumenta el riesgo social, a raíz del crecimiento negativo, del desempleo, de la caída en el consumo de las familias".

Para superar esos problemas, el grupo defiende una reducción de las tasas de interés, la disminución del superávit primario (hoy fijado en un 4,25% del producto bruto interno) y la flexibilización de las metas de inflación, entre otras medidas, para permitir un crecimiento que llegaría -según la propuesta- a un 7% del PBI.

Palocci, sin embargo, rechazó la propuesta: "Sería del 7% [de crecimiento] en un año y el desastre al año siguiente". Agregó el ministro: "No podemos caer en el error del populismo que muchas veces ha llevado políticas económicas que quizás hasta eran justas a desastres inmensos cuando se intentó hacer que esas políticas respondieran a las elecciones".


Brasil se diferencia de la Argentina y elogia al FMI

6 de abril La nación



Definiciones del Ministro de Hacienda del país vecino, Antonio Palocci, a LA NACION


BRASILIA.- "El Fondo Monetario Internacional ayudó a la Argentina y a Brasil a vencer sus dificultades y comenzar a crecer. Nosotros mismos somos y tenemos que vernos como miembros del Fondo." Antonio Palocci, el ministro de Hacienda de Brasil, no está dispuesto a alterar su discurso, considerado ortodoxo, para conquistar la simpatía del gobierno de Buenos Aires. Durante una entrevista con LA NACION, la primera que concede a un medio argentino, el hombre que maneja con mano de hierro la economía de Brasil dejó en claro las diferencias entre su discurso y el del gobierno de Néstor Kirchner.

"No soy enemigo de la Argentina", respondió sobre el supuesto papel que le adjudican de impedir que Brasil se muestre más cercano en sus posiciones al gobierno argentino. "Pero las deudas de los dos países tienen dinámicas diferentes", expresó, y con sutileza añadió: "Para Brasil, cumplir los contratos y pagar la deuda es el único camino posible. Las heterodoxias ya nos condujeron a muchos malos caminos", expresó. Con diplomacia de médico, la profesión que ejerció hasta fines de los 80, Palocci marcó diferencias entre ambas administraciones. Incluso al mencionar la "Declaración de Copacabana", de la cual resaltó como punto importante "el compromiso con el equilibrio fiscal", y no la reivindicación argentina de privilegiar el crecimiento antes que el superávit fiscal.

Palocci es hoy el número dos del poder en Brasil. Algunos, no sin ironía, dicen que es el número uno, ya que en quince meses de gobierno, ni ante una tormenta de críticas debido al pobre desempeño de la economía, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva dejó de ratificar una confianza absoluta en su "ministro-gurú".

"Pueden estar seguros: no tenemos ningún plan B", dijo al responder sobre la capacidad del gobierno de Lula de resistir la tentación de girar el timón hacia políticas menos duras, como se le demanda desde el sector industrial, el sindical y el propio Partido de los Trabajadores.

"El presidente Lula sabe que el proceso es costoso y angustiante, pero es el único que puede llevar hacia un crecimiento sólido. No hay magia: el eje de nuestro gobierno es el ajuste fiscal."

-Lo identifican como quien pone "palos en la rueda" para que Brasil se una a la Argentina en una posición más dura frente al FMI o los acreedores.

-Todo lo contrario. Nunca sería un enemigo de la Argentina, porque lo considero un país hermano. Hoy, más allá de que los procesos que vivimos sean diferentes, tenemos puntos en común importantes, como la necesidad del crecimiento, que demanda una acción conjunta de Brasil y la Argentina frente al comercio mundial.

-Pero se dice que usted impidió una declaración más contundente frente al FMI en la cumbre de Copacabana.

-No, yo creo que fue una buena declaración, tanto para los brasileños como para los argentinos. Es buena porque se reafirma el compromiso con el equilibrio fiscal, con la administración de las deudas y la importancia del crecimiento económico.

-Durante el período más crítico en la negociación entre la Argentina y el FMI se esperó una llamada de solidaridad de Brasil, que no llegó.

-No podemos andar diciendo si las medidas argentinas son correctas o equivocadas. Yo me reúno con el ministro Lavagna desde la época del presidente Duhalde, y siempre nos relacionamos en forma excelente. En todos los momentos en que la Argentina enfrentó dificultades nos pusimos a disposición, para pronunciarnos en los foros internacionales. Pero no nos corresponde dar opiniones sobre las políticas internas de la Argentina.

-Considerando que ambos países son dos grandes deudores, ¿una negociación conjunta está descartada?

-Son situaciones diferentes. Las deudas brasileñas y argentinas tienen dinámicas diferentes, y creo que ni la Argentina propone que negociemos juntos. Podemos, sí, discutir algunos puntos en común, como el de fortalecer nuestra relación con el FMI. Ambos somos países miembros y el FMI ayudó a la Argentina y a Brasil a vencer sus dificultades y comenzar a crecer.

-Brasil es elogiado por el FMI, pero su economía no crece. ¿Eso no es una presión para adoptar una política más "a la Argentina"?

-No, nosotros estamos muy seguros de que respetar los contratos y administrar la deuda de forma adecuada es el camino correcto para Brasil. Así como nosotros entendemos los problemas que la Argentina tiene o tuvo con gobiernos anteriores. Yo creo que el presidente Kirchner está en una negociación extremadamente difícil. Ahora, Brasil, con el ajuste severo que hizo en el campo fiscal el año pasado, entra en un período de crecimiento prolongado que será importante para todo el cono sur.

-¿Brasil tiene un plan B para el caso de que estas políticas no funcionen?

-No, Brasil ya hizo en el pasado muchos planes heterodoxos que fueron muy negativos. El país está muy consciente de que el plan que tenemos ahora es muy simple: equilibrar el presupuesto, ocuparse de la deuda y preparar el país para un crecimiento en el largo plazo. Brasil no está en busca de alternativas, no tenemos un plan B. Estamos muy firmes con nuestra política económica y sabemos que la persistencia de una política así trae crecimiento sostenido, y ésa es nuestra prioridad.

Por Luis Esnal
Corresponsal en Brasil





LAS POTENCIAS DEL FUTURO: VASTOS TERRITORIOS, GRANDES POBLACIONES Y ECONOMIAS PUJANTES
Las oportunidades para la Argentina


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Para Eduardo Sigal, subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur de la Cancillería argentina, "los avances cualitativos en la relación con India, China y Rusia son auspiciosos para el esfuerzo de alcanzar un nuevo tipo de inserción argentina en el mundo". Y para Sergio Cesarin, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, los países del BRIC "comparten una visión del mundo: asumen la vigencia de la dialéctica Norte-Sur, intentan reducir asimetrías de poder mediante la activa cooperación Sur-Sur y coinciden en la necesidad de proveer estabilidad sistémica mediante una mejor distribución de la riqueza mundial".

Según Sigal, las iniciativas de Argentina en estos terrenos "se desarrollan junto al Mercosur, lo que agrega significación". Esto, más la política ante la OMC y el G20, "afirman una nueva orientación en política comercial".

El funcionario dijo a Clarín que los del BRIC son "países de enorme relieve estratégico, por el volumen poblacional, el importante crecimiento de los últimos años y su incidencia en los asuntos mundiales". El Mercosur, apoyado en sus empresas y su parque científico-técnico, busca mayor acceso a esos mercados y "potenciar la complementariedad en áreas específicas con base de desarrollo científico tecnológico, como salud, biotecnología, energía e investigación espacial y nuclear, entre otros rubros".

Cesarin expresó: "Para Argentina, es de esperar que las favorables expectativas abiertas por el mayor intercambio con China —en la cima de su ciclo reformista en lo económico, pero donde en lo político siguen operando reivindicaciones históricas como recuperar Taiwán y disputar con Japón la primacía en Asia— y la alianza con Brasil inauguren una más estrecha cooperación política, económica y científico-tecnológica también con Rusia y la India".



LAS POTENCIAS DEL FUTURO: VASTOS TERRITORIOS, GRANDES POBLACIONES Y ECONOMIAS PUJANTES
Un nuevo bloque disputa el poder político y económico del siglo XXI


21 de mayo clarin
Lo llaman BRIC, y está integrado por Brasil, Rusia, India y China. Su potencial es enorme y es clave para el Mercosur. Kirchner parte a China el jueves y Lula ya hizo acuerdos con Pekín y Nueva Delhi.


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En uno de sus tradicionales ejercicios tan parecidos a las novelas de ciencia ficción, a fines de 2003 el banco de inversiones estadounidense Goldman Sachs creó una sigla tan enigmática como prometedora: BRIC. El nombre fue conformado por las iniciales de Brasil, Rusia, India y China, un "cuarteto llamado a constituir en pocas décadas núcleos de poder económico y territorial significativos", al punto de correr del podio a varios de los hoy miembros del Grupo de los 7 países ricos, aseguraba el informe.

El trabajo de Goldman Sachs miraba para adelante y tomaba sus precauciones. Si las naciones estudiadas siguen creciendo como ahora —señalaba—, a mitad de siglo China será la potencia líder, luego EE.UU. y tercera la India, que luce el mejor pronóstico de expansión. Ya en 2024, Brasil podría superar a Italia, y seis años después, a Francia. Rusia aventajaría los PBI de Gran Bretaña y Alemania en 2027 y 2028.

Este jueves, el presidente Néstor Kirchner parte hacia China al frente de una misión diplomático-empresarial del Mercosur. Previamente, algunos ejecutivos irán a Rusia. Tejiendo alianzas y firmando acuerdos, este año ya estuvo en China y en India el presidente de Brasil, Lula da Silva.

A través de Brasil, el Mercosur se integra al BRIC. Se empiezan a mezclar intereses y, quizá, en un futuro próximo se hable del G4 en lugar del G7, de los que sólo EE.UU, y Japón, auguró Goldman Sachs en el mismo informe, conservarán su poder. Por cierto, todos los países europeos serían superados por las nuevas potencias.

Aunque ya luce potente y espectacular, el BRIC no está aún formalizado. Sin embargo, sus intereses ya pueden leerse como una alternativa al actual mundo unilateral o un mayor equilibrio al peso del G7 en organismos clave como el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio o el Consejo de Seguridad de la ONU.

Por ahora son proyecciones ambiciosas, ya que al día de hoy los cuatro BRIC apenas juntan 8% del PBI mundial y hay que prever los imponderables. ¿Cuánto prometía Argentina un siglo atrás? ¿Cuánto dejaba soñar Japón en los cercanos 80?

El historiador Paul Kennedy y el ex jefe del Banco de Reserva indio S. Venkitaramanan plantearon sus dudas por escrito: un agravamiento del conflicto entre India y Pakistán, ambos con capacidad nuclear; mayores epidemias en China; crisis ecológicas en Brasil, o la autodestrucción por sobreexplotación de recursos o intrigas internas de su elite en Rusia. Catástrofes de proporciones, pero posibles.

Por ahora, este virtual G4 atrae inversiones por el tamaño de sus mercados. Juntos, los cuatro países representan 40% de la población planetaria. Además, dijo a Clarín el especialista Sergio Cesarin, es todo un dato que entre ellos estén Rusia y China: "El atentado del 11-S en EE.UU. profundizó la 'alianza estratégica' entre esos dos países, orientada a evitar el control estadounidense sobre fuentes y flujos de recursos energéticos en Asia Central".

El viaje de Kirchner, como ocurrió con el de Lula, busca además avanzar en un escenario de entendimientos Sur-Sur. Ocurrió en el debut del G20 en la cumbre de Cancún el año pasado, que frenó el afán de EE.UU., Japón y Europa por pedir mucho y dar siempre poco; sucedió en los acuerdos comerciales que tiene el Cono Sur con cada país del BRIC por separado; y pasó en la cumbre de la semana pasada de la UNCTAD en San Pablo.

Todos estos intentos remiten más a acceso a mercados que a ambiciones geopolíticas, pero evocan acciones como la de la Conferencia de Bandung (1955, con ejes en la descolonización y la equidistancia de Washington y de Moscú) y las versiones que siguieron, con líderes emblemáticos como el indio Nehru, el chino Chou En Lai, el egipcio Gamal Abdel Nasser o el yugoslavo Josip Broz Tito.

Cada uno de ellos, con sus naturales y conocidas diferencias, portaban la ilusión de que interdependencia y multipolaridad podían generar excedentes económicos controlados nacionalmente y que era mejor aliarse para esa etapa.

Un capitalismo en su "edad dorada" de crecimiento, el proceso descolonizador (Argelia, Vietnam...), reformas agrarias y el resurgir del nacionalismo árabe corrían en la misma dirección, pero cada país ingresó luego en su propia dinámica de problemas y en los 70 la crisis despertó brutalmente las fuerzas destructivas de todo intento de alterar el orden, por tibio que fuera. Y fronteras adentro, ninguna alianza social alcanzó el control local del excedente.

Al cabo, las deudas y la ola neoliberal llevaron a las burguesías del Sur a ceder el control de la acumulación a fuerzas transnacionales y a renunciar a crear otro polo mundial.

Hoy el marco histórico es otro, y lo intentan de nuevo. Lúcido y sagaz, Paul Kennedy lo advierte cuando sugiere que "los políticos occidentales que piensan que el actual orden mundial durará todo este siglo deberían repensarlo seriamente".



¿Se agranda el club?

Paula Lugones


En la cumbre sobre Comercio y Desarrollo de la ONU, hace pocos días en San Pablo, corrió la versión de que Brasil, India y China podrían ser invitados a unirse al G-8, el grupo de los siete países más poderosos del mundo, al que ya se sumó Rusia. El canciller brasileño, Celso Amorim, dijo no haber oído nada específico, pero admitió que ciertos líderes habían tocado el tema. La posibilidad, claro que aún verde, puede ser signo de mayor horizontalidad del poder global. Pero la ampliación del club podría ser una maniobra de la UE y EE.UU. para neutralizar la creciente convocatoria del G20, el bloque de países en desarrollo liderado, precisamente, por Brasil, India y China.



El puente del Pacífico

En noviembre, los países del Pacífico (APEC) se reunirán en Santiago, Chile. El grupo ya tendió un puente al Atlántico con el FOCALAE (Foro de Cooperación América latina-Asia del Este), donde Japón y Argentina lideran el grupo Economía y Sociedad que busca pulir los acuerdos


EL GRAN HERMANO DEL NORTE


Aunque alejado de la vocación imperialista de otras épocas, los analistas coinciden en que Brasil hoy está más decidido que nunca a ejercer un liderazgo paternalista en América latina y a actuar como el contrapeso de los Estados Unidos en la región


2º d emayo la nación


EL GRAN HERMANO DEL NORTE

Aunque alejado de la vocación imperialista de otras épocas, los analistas coinciden en que Brasil hoy está más decidido que nunca a ejercer un liderazgo paternalista en América latina y a actuar como el contrapeso de los Estados Unidos en la región




Casi doscientos años pasaron desde aquel asfixiante 22 de enero de 1808, cuando la reina portuguesa María I y su hijo Juan desembarcaron junto a sus 10 mil cortesanos en lo que bautizarían luego como el Imperio de Brasil. Este año 2004 encuentra en el mismo suelo a una República Federativa, pero que respira -como hace dos siglos- las mismas ansias de prevalecer sobre el resto de sus vecinos.

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Son datos de la realidad. Brasil es el país más poderoso de la región y uno de los más extensos -el quinto- del mundo. La brasileña es la décima economía del planeta y sus 8,5 millones de kilómetros cuadrados albergan a 184 millones de habitantes.

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En la última década, Brasil se esforzó por consolidar un liderazgo casi paternalista entre los países del Sur, involucrándose con discreción en los conflictos que amenazaron la estabilidad de la región -como sucedió en Paraguay, Colombia o Venezuela recientemente- y pregonando con insistencia la necesidad de unificar la voz de América latina frente a las crecientes presiones comerciales y políticas de Estados Unidos y Europa.

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"Lo que encontramos después del final de la Guerra Fría es un Brasil que empieza a jugar en dos planos: en un plano regional, busca afirmar su preponderancia en la región en asociación con el Mercosur y particularmente con la Argentina, mientras que en otro, simultáneamente, quiere ser un actor internacional", opina Juan Tokatlian, experto en relaciones internacionales.

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Lo cierto es que un rasgo distingue a la política exterior brasileña de la de los demás países del Cono Sur, y es su coherencia.

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de los demás países del Cono Sur, y es su coherencia. Tokatlian lo explica así: "Si hay un extremo que es la personalización en política exterior, que es la que se rige por la orientación y mirada ideológica de un presidente, en el otro está la institucionalización de la política exterior, de constantes y políticas de Estado, que es donde se puede situar a Brasil". De paso, el analista precisa que "la Argentina es, claro, la antítesis".

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En Itamaraty se pusieron de acuerdo. Defienden desde hace décadas los mismos principios básicos: el pragmatismo basado en una visión realista del mundo, las soluciones pacíficas para las controversias y la no injerencia en asuntos internos, sobre todo de países ajenos a la región.

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La idea de liderar América del Sur quedó plasmada con nitidez en Brasilia, en septiembre de 2000. Fernando Henrique Cardoso, todavía presidente, tomó una iniciativa exclusivamente brasileña al convocar a una Reunión de Presidentes de América del Sur para discutir los desafíos por venir. Con ese mismo estilo continúa su sucesor Luiz Inacio Lula Da Silva desde que ocupa el sillón presidencial en el Palacio del Planalto.

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Consultado por LA NACION, David Fleischer, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia, afirmó que "el presidente Lula intenta afianzar el liderazgo de Brasil en la unión de América del Sur para evitar que los Estados Unidos articulen negociaciones bilaterales con los países de la región individualmente. Y también porque políticamente cree que América latina tiene que estar unida para lograr un reconocimiento".

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Influencia regional

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Quedó claro en el rol activo del que se hizo cargo Brasil en los últimos años. Tokatlian enumera: "Brasil lideró el grupo de amigos en Venezuela para encontrar una salida a la crisis, junto con la Argentina intervino en la crisis boliviana el año pasado, se ha postulado frente a Colombia para intervenir en la eventualidad de un acuerdo humanitario con las FARC... Más que poner ruedas trata de implementar una política común en el Mercosur; es mucho más propositivo que el Brasil de hace diez o veinte años, que tenía por costumbre rechazar o negar".

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El presidente Lula fue absolutamente claro esta semana, en cuanto a las intenciones del país que gobierna, cuando habló ante el Foro de la Sociedad Civil reunido en San Pablo durante la XI Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).

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El líder del PT, que espera que al final de este año "toda la Comunidad Andina de Naciones (CAN, integrada por Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) forme un solo bloque comercial con el Mercosur", dijo también que, para fortalecer la región, Brasil practica "una política de solidaridad".

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Y explicó con tono de líder paternalista: "Si queremos ayudar a Bolivia, tenemos que ayudarla a producir lo que podemos comprarle", antes de anunciar que había ordenado una línea de crédito para promover la agricultura boliviana.

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Para que no queden dudas sobre el rol solidario que juega Brasil en la región, el presidente Lula también reveló que su país le compra arroz a Uruguay a un precio mayor al que pagaría en otro países, sólo para consolidar el Mercosur.

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¿Por qué tanta generosidad? El analista Luciano Dias, del Instituto Político Brasileño, es terminante en su evaluación: "Es la posibilidad de una acción conjunta en el continente. Durante sus primeros doce meses de gestión, Lula visitó todos los países de América del Sur y luego recibió a los mandatarios de cada uno de ellos en Brasilia, lo que abre la posibilidad de un liderazgo de Brasil", opina.

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Lula trabaja arduamente para consolidar el liderazgo continental de su país, ya sin la sombra de rivalidad argentina que se interpuso en el pasado con intermitencia. La Argentina está abocada a su propia reconstrucción antes que a una política exterior de liderazgos.

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"Brasil está buscando el espacio del más relevante, el de aquel que debe ser llamado primero y buscado primero en las relaciones internacionales", aseguró a LA NACION el jefe de Gabinete de la Secretaría Permanente del Mercosur, Eduardo Amadeo.

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La estrategia por un espacio en el mundo comienza en la región, pero tiene la mirada puesta en otros continentes.

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Para Amadeo, en constante contacto con diplomáticos del principal socio del bloque, Brasil "trata de liderar el proceso de apertura de mercados emergentes nuevos. La India, China, fueron destinos que el presidente Lula se apuró a visitar junto con empresarios brasileños". Sobre estas recientes misiones cargadas de hombres de negocios, Fleischner, desde Brasilia, advierte que "los objetivos de Brasil son económicos, no sólo políticos, tanto en los vínculos con países de otros continentes en el comercio internacional como en el caso del Mercosur, que lo fortalece frente al ALCA".

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Lo cierto es que Brasil no busca sólo el sonido de los mercados en el concierto de las Naciones. Es conocida su postura crítica frente a la política de los Estados Unidos en el continente, y se opone a condenar a Cuba por violaciones a los derechos humanos en la Comisión de Naciones Unidas que sesiona en Ginebra anualmente para tratar el tema, un voto por el que presiona el Departamento de Estado inexorablemente. Se opuso públicamente a la guerra que decidió la Casa Blanca contra Irak, y demostró que es capaz de devolverle a Washington con la misma moneda ciertas acciones que considera ofensivas. Sucedió cuando este año, a raíz de las amenazas terroristas, los Estados Unidos dispusieron que se tomaran las huellas dactilares de todos sus visitantes, y Brasilia respondió con una medida espejo para expresar su molestia.

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"Brasil juega a ser un actor global y está forjando vínculos entre los que considera sus pares, como Rusia, China, India, Sudáfrica. Y no es que Brasil tenga una política de confrontación con los Estados Unidos sino que, al incrementar su visibilidad internacional, tiene más atención de Washington", razona Tokatlian.

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"No queremos pelearnos con la Unión Europea ni con los Estados Unidos, con cada uno de los cuales realizamos aproximadamente el 26 por ciento de nuestro comercio exterior. No queremos que eso disminuya, queremos que eso crezca, pero que crezca sobre bases más justas", dijo el presidente Lula esta semana.

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Doble posición

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El politólogo brasileño Dias sostiene que, a su entender, "frente a los Estados Unidos, Brasil tiene una doble posición. En primer lugar una postura de discreta existencia frente a lo que entiende que son acciones indebidas de los Estados Unidos, como cuando intervienen en los asuntos internos de otros países de América latina o cuando tiene una posición agresiva en sus negociaciones con la región. Pero también tiene una agenda común con los Estados Unidos en muchos temas". Es decir, no es una confrontación abierta, sino una exigencia de igualdad en la discusión. Igualdad que sólo puede ser sostenida por quien representa con su voz a América del Sur.

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¿Qué quedó del fragor de aquel imperio que se embarcó en conquistas expansionistas y atacó a sus vecinos durante el siglo XVIII?

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El mandatario brasileño lo aclaró públicamente esta semana. Dijo que "fue difícil para Brasil ganarse la confianza de sus vecinos de América del Sur, pues durante muchos años se le asignó el título de país imperialista". Y recordó que, durante la última dictadura argentina (1976-1983), "los militares argentinos creían que Brasil iba a construir la presa hidroeléctrica de Itaipú para inundar Argentina".

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Tokatlian es tajante. "No conozco en la historia de la humanidad ningún imperio que haya logrado serlo sin tener la casa en orden adentro, y a Brasil todavía le tomará mucho tiempo tener una sociedad más equilibrada, democrática y equitativa", sostiene.

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"Del liderazgo al imperialismo hay un largo trecho", opina lacónico Amadeo. Y explica que "Brasil tiene esa vocación de crecimiento hacia afuera, pero tiene un problema dramático interno de pobreza que restringe sus capacidades de establecer políticas de mayor integración en el mundo. Esto es una contradicción fuerte".

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Está claro que, a pesar de sus limitaciones, Brasil piensa, planea su futuro estratégico como nación. De hecho, en 2010 será la única nación del Atlántico Sur que posea un submarino nuclear. Según Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoria, "la decisión de acelerar la construcción del submarino nuclear es una manifestación más de que Brasil está decidido a ser una potencia regional, un actor en la política mundial, y a tener un rol central en el Atlántico Sur".

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Poderoso y frágil

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Pero las proyecciones no están garantizadas en un país como Brasil, tan poderoso como frágil en cuestiones clave como la situación financiera y los índices de pobreza que no disminuyen. De los 184 millones de brasileños, más de 54 millones son pobres, 83 millones no tienen acceso al sistema sanitario elemental y 45 millones carecen de red de agua corriente.

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"El futuro de Brasil depende de una solución para este bajo crecimiento del país, que se instaló desde el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Brasil tiene mucha potencialidad pero hay que resolver los problemas de endeudamiento público. Por eso Brasil es aún una promesa", diagnostica Dias sentado en su escritorio del Instituto Político Brasileño, en Brasilia. Un gigante con ansias de crecer en el mundo, como hace doscientos años.

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Por Ana Gerschenson



El precio del liderazgo regional

Transformar a Brasil en un país que logre alinear automáticamente a sus vecinos en torno a sus decisiones estratégicas es una tarea que desvela a Lula; la incógnita es si los brasileños estándispuestos a pagar todos los costos que eso conlleva




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"No sé si ustedes saben, pero, por ejemplo, acá en América del Sur muchos países veían a Brasil como un país imperialista. Brasil y la Argentina siempre tuvieron muchas divergencias, no sólo en el fútbol. Cuando Brasil se puso a construir Itaipú, que es la gran hidroeléctrica que tenemos en el río Paraná, los militares argentinos de aquel entonces imaginaban que Brasil estaba construyendo Itaipú para inundar a la Argentina y amenazaron construir una bomba atómica. Les cuento eso apenas para que entiendan la dimensión de los problemas que teníamos."

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La declaración es del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, de apenas cuatro días atrás. En su discurso, Lula le contaba a los participantes de la XI Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, que este año se realizó en San Pablo) su visión sobre el papel de Brasil en América del Sur.

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Pasó la época de las ambiciones brasileñas imperialistas en el viejo estilo. Fueron arrastradas junto con los gobiernos militares, las hiperinflaciones, los presidentes echados por corruptos, el aumento del desempleo, la deuda que parece impagable, la pobreza y las crisis globales que obligaron a cada país a cuidar de su propio jardín. Entró en su lugar la ambición de un "liderazgo regional", que una acepción de diccionario podría definir como: capacidad de un país para obtener el alineamiento automático de los otros en torno a sus decisiones estratégicas. ¿Brasil ya conquistó el liderazgo regional? No. ¿Le interesa conquistarlo? Sí. ¿Puede hacerlo? Está por verse.

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Al asumir, en uno de sus discursos inaugurales, Lula dejó claras sus intenciones. "Todos los países de América del Sur ven a Brasil como un líder natural y Brasil hace 500 años que no lo ve y no quiere serlo. Brasil tiene que asumir su grandeza", dijo.

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Un año y medio de gobierno después, Lula descubrió que el liderazgo no ocurre "naturalmente", sino que tiene un precio. Un precio que, como le dijo a este corresponsal el ex ministro de Relaciones Exteriores de Fernando Henrique Cardoso, Luiz Felipe Lampreia, tal vez los propios brasileños no estén dispuestos a pagar. "No creo que la sociedad brasileña esté dispuesta a pagar los costos de abrir generosamente nuestro mercado, extender créditos solidarios a los vecinos para que se desarrollen y eventualmente prestar apoyo político y militar". Y justamente de eso se trata el liderazgo; si no, cualquiera podría tener la ambición de ser líder. Descartada la conquista del liderazgo mediante la fuerza o mediante un alineamiento geopolítico religioso o ideológico, la conquista del liderazgo ocurre por la vía económica y comercial.

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En su discurso en la Unctad, Lula asumió que ese precio existe y reconoció que ni siquiera dentro de su propio gobierno hay unanimidad en la disposición para pagarlo. Concretamente, llegó incluso a aludir a "peleas" internas. Las peleas serían entre la conducción diplomática del Palacio de Itamaraty y la conducción económica. Los primeros, expertos en el tema, saben que el liderazgo -evolución más sutil de las pretensiones imperialistas- se conquista mediante las concesiones enunciadas por Lampreia, y más concretamente creándole dependencia a los vecinos de un Brasil que compra sus productos y financia su desarrollo. "Se vocé me apoia eu compro seus produtos", sería el discurso en buen portugués. Del otro lado, el equipo económico conducido por el ministro Antonio Palocci no está dispuesto a poner en riesgo la economía local generando déficits comerciales sólo para conquistar a los vecinos. ¿Un ejemplo? Brasil va a tener este año, por primera vez, superávit comercial con la Argentina: es decir, Brasil le vende más a la Argentina de lo que la Argentina logra venderle a Brasil. Eso ya está generando pequeñas tensiones y haciendo que el "liderazgo natural" de Brasil sobre la Argentina comience a volverse menos natural y más condicionado.

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Lula expuso el debate interno de su séquito: "Tengamos en cuenta la buena pelea que tenemos, por ejemplo, en el gobierno. Todos quieren vender, nadie quiere comprar. Todos quieren tener saldo comercial positivo, nadie quiere tener déficit comercial. Pero Brasil necesita vender y comprar. Tenemos que ayudar a los países más pobres, comprar cosas de ellos. Hay países menores a los que tenemos que facilitarles las cosas para que logren vendernos sus productos, a veces hasta pagando un poco más caro". Llegó a mencionar la necesidad de comprar el arroz de Uruguay, y ayudar a Paraguay y a Bolivia.

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Algunos periodistas brasileños ironizaron la propuesta preguntándose si los brasileños iban a estar dispuestos a pagar más caros los productos importados sólo porque a Lula se le ocurría, o si el gobierno iba a subsidiar, con impuestos de los brasileños, la compra de esos productos.

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Las ideas inaplicables de Lula -que nacen y mueren en sus discursos- se chocan con los hechos concretos. Uruguay, abandonado por un Brasil que en la mesa de negociaciones le pelea hasta los centavos, llegó a amenazar con hacer un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos. Y cuando tiene que elegir entre los arroceros o los tamberos de Río Grande do Sul y el liderazgo sobre Uruguay, la opción brasileña es obvia. El liderazgo concreto queda para después, porque el costo político interno viene primero.

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La situación se repite en casi todos los países de América del Sur -y no América latina, ya que la diplomacia brasileña considera que incluir a México en su pretensión le puede causar problemas-. Colombia se queja de que Brasil nunca le da un apoyo concreto en su lucha contra el narcotráfico y la guerrilla. Bolivia se debate entre una alianza estrecha con Brasil y una alianza económica con los Estados Unidos: todo depende de quién le compre su gas a mejor precio. Y Venezuela es un "case" para las ambiciones brasileñas: el gobierno Lula inicialmente apoyó a Hugo Chávez; al ser sorprendido con manifestaciones de los opositores en las calles, con carteles de fina ironía que decían "brazilians go home", comenzaron a escuchar a los dos lados. Ahora el gobierno trata con Venezuela a distancia, porque personalmente Lula ya no soporta a Chávez y sus excentricidades.

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Ocupate del Sur

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No se debe pensar que el juego del liderazgo en América del Sur genera un escenario maniqueísta de enfrentamiento entre los Estados Unidos y Brasil. "Brasil tiene la responsabilidad de ejercer un liderazgo más activo en América del Sur. Durante muchos años rehuyó esa responsabilidad", dijo nada menos que la embajadora norteamericana en Brasil, Donna Hrinak. Más allá de roces eventuales y de discusiones acaloradas en la negociación comercial, los Estados Unidos ven a Brasil como el líder natural de América del Sur. Por eso siempre le pide a Brasil que entre en el conflicto de Colombia y, en su primer encuentro, George W. Bush le pidió a Lula que se ocupara de Venezuela. Pocas semanas después Lula lanzó el "Grupo de Amigos de Venezuela". Hay muchas sutilezas en esa relación, y Lula hoy es visto más como aliado que como adversario. En América del Sur -región que no es la flor de sus desvelos-, los Estados Unidos prefieren resolver las cosas al "por mayor", directamente con Brasil, a resolverlas al "por menor" en los variados rincones del continente.

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Toda la historia del "imperialismo brasileño", al final, termina desembocando en el Area de Libre Comercio de las Américas, el ALCA. Brasil, que es el que más puede perder con el acuerdo, ya que es el poseedor del último gran bastión industrial de América del Sur, es el que necesita llegar a la mesa de negociaciones con los Estados Unidos abrazado a varios "amigos" regionales.

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El liderazgo regional se resume actualmente en poder hacer una demostración de fuerza que derive en un acuerdo más o menos ventajoso para Brasil. Argentina mantiene un discurso alineado con el brasileño por una razón simple: como dijo uno de los negociadores del Palacio de San Martín, "lo bueno de estar junto con Brasil es que ellos tienen mucho más para perder, entonces están obligados a ir en la línea de frente. Y nosotros tenemos intereses parecidos". Argentina, como tiene una situación similar a la brasileña pero en una proporción menor, no se alinea con el discurso de Brasil por presión "imperialista", sino por conveniencia.

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Ahora, ¿va a lograr Brasil consolidar su liderazgo regional, versión "light" de sus viejas aspiraciones imperialistas? El sentido común diría que un país que tiene 160 homicidios por día, 50 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, favelas que se multiplican y una desigualdad social de país africano, no podría aspirar a nada que no sea a solucionar primero sus problemas. Mucho menos cuando la necesidad de mantener un ajuste fiscal para saldar su gigantesca deuda pública impide las promesas generosas de Lula para sus vecinos o el financiamiento del desarrollo ajeno con créditos "verde-amarelos".

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Sin embargo, ante la inminencia del ALCA y la necesidad de aunar fuerzas a toda costa para no ser atropellado por la aplanadora industrial de los Estados Unidos, Brasil puede intentar pagar la cuenta del liderazgo mezclando un poco del carisma de Lula, un poco de buena diplomacia y alguna que otra concesión económica. Y luego rezar para ver si eso es suficiente para que alguien quiera ser liderado por Brasil.

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Por Luis Esnal



17/6/2004 | XI Conferencia UNCTAD
Cooperación Sur-Sur

El relanzamiento del Sistema Global de Preferencias Comerciales (SGPC) beneficiará el comercio entre 44 países en desarrollo signatarios del sistema creado en 1989. El objetivo de la reunión de San Pablo es la de concluir un acuerdo de reducción de tarifas de importación en noviembre de 2006 que liberalice el comercio Sur-Sur. En el año 2003, esta región movió un volumen de transacciones del 55% del comercio total de los países en desarrollo.


La intención del relanzamiento, que reconoce una impronta brasileña, es la de extender el acuerdo a un total de 77 naciones en vías de desarrollo, además de China, para continuar reforzando lo que el presidente de Brasil Lula Da Silva, llamó “una nueva geografía comercial en el mundo”.

El mandatario brasileño pronosticó que con una reducción de 30% de los aranceles preferenciales llevaría a un aumento de hasta u$s8.500 M en el comercio entre los países participantes del SGPC y con una disminución de hasta 50% el incremento del comercio en hasta u$s18.000 M.

Las propuestas para la reducción de tarifas comerciales entre los signatarios del sistema abarcan una lista de aproximadamente 1.600 productos que será ampliada en el transcurso de las negociaciones.

El secretario general de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad en sus siglas en inglés), embajador Rubens Ricupero, reconoció que ese grupo de países tiene el potencial para abrir un camino que lo transforme en un mecanismo de desarrollo y en una nueva locomotora para la economía mundial. En 2003, el comercio entre los países en desarrollo representó el 43% del comercio mundial y 30% de la llamada región Sur-Sur, cuyo comercio pretende ser liberalizado a través del relanzamiento del SGPC.

[MABC]


Artigos e Matérias


"As diferenças culturais influenciam nas negociações?"
Por Fernanda Ramone*

A fantástica evolução econômica da Ásia aproximou-se do Ocidente pelos caminhos
do mercado global, mas no que diz respeito às respectivas culturais, a distância
ainda é imensurável, mesmo entre países da região.

Observando especificamente o caso da China, os esforços que culminaram para que
o país hoje, concentre as atenções do cenário internacional acerca do destino
dos investimentos diretos externos, do status do seleto grupo de países
componentes de nação mais favorecida, da corrida pela inserção junto ao mercado
chinês, assim como a busca por parcerias, intercâmbios, cooperações e toda forma
de aproximação, são decorrentes de reformas iniciadas há mais de 20 anos por
Deng Xiaoping.

A grandiosidade das reformas, aliada ao novo posicionamento diplomático,
principalmente em relação ao Ocidente, foi fundamental para converter aquele
país socialista e sem muita credibilidade à China que subitamente conquistou o
mundo apresentando números surpreendentes (mercado consumidor, PIB, crescimento
anual, balança comercial...).

Hoje, os esforços parecem não se restringir somente aos chineses, envolvem
principalmente o Ocidente que, fascinados com as oportunidades apresentadas pela
China, se deparam com a barreira cultural.
Como apresentar uma proposta? Como negociar? Qual a melhor estratégia a ser
utilizada? São questionamentos comuns entre aqueles que buscam o mercado chinês.
Mas, afinal, as diferenças culturais influenciam ou não as negociações?

De acordo com Hari Bedi, diretor da empresa de consultoria Corporate Affairs
Asia Ltd, em artigo na Revista Asian Business , muitos benefícios econômicos da
integração não serão atingidos se aspectos culturais da maior importância não
forem propriamente considerados.

Segundo Bedi, embora as distâncias entre países tenham diminuído, ao que diz
respeito à realização de negócios, as distâncias culturais e sociais permanecem
enormes. Valores tradicionais prevalecem.
Religião, antigos códigos de conduta, a importância da família e da língua ainda
determinam a moldura cultural de muitas sociedades asiáticas.

Mas aos olhos dos deterministas econômicos, tudo isso é considerado retrógrado.
O senso da história denota uma resistência à mudança, os laços familiares
significam imobilidade e a língua é um aspecto do chauvinismo.

Uma percepção como esta deriva de um preconceito: a crença na superioridade
inerente dos valores econômicos, especialmente dos valores econômicos
ocidentais, acima de todos os outros. Bedi considera também que muitos
investidores e economistas apenas fingem acreditar em valores centrais como
kreeng jai (consideração para com os desejos e sentimentos dos outros), na
sociedade tailandesa; pakikisama (relações interpessoais serenas e refinadas)
nas Filipinas; wa ( cooperação mútua para atingir as metas do grupo) no Japão;
ou guanxi (relacionamento baseado no conceito da ligação pessoal de confiança)
na China.

?Investigadores estrangeiros perguntam-me sobre a falta de um sistema de leis
comerciais na China?, diz um outro empresário de Hong Kong, ?todavia, sendo
chinês, posso trabalhar confiando num aperto de mãos.?

Visão semelhante é apresentada pelo embaixador Paulo Antônio Pereira Pinto em
seu livro A China e o Sudeste Asiático, onde defende que a cooperação e o
desenvolvimento observado nas regiões supracitadas se estabeleceram através do
elo cultural.

Todavia, a China, este canteiro itinerante de obras, parece mesmo estar disposta
a surpreender mostrando que sua metamorfose ainda não se deu por completo. Na
contramão da barreira cultural, os chineses estão interessados na objetividade e
na praticidade diante das negociações, procuram as mesmas vantagens e almejam
objetivos similares de qualquer empresário ocidental. Ou seja, estão
interessados em negociar com quem oferecer as melhores condições, os melhores
preços, independentemente do país.

É válido lembrar que as negociações da China com países que apresentam elos
culturais similares, como é o caso do Sudeste Asiático, apresentam algumas
facilidades por motivos históricos e pelo modo como se configuraram ao longo do
tempo. São em sua maioria relações instauradas entre chineses e chineses de
ultra-mar (chineses que migraram para Sudeste Asiático, com alto poder
aquisitivo e freqüentemente poder político) onde a confiança, o sobrenome e a
palavra atuam como contrato.

Atualmente, nas relações comerciais chinesas, parece prevalecer valores muito
semelhantes aos do Ocidente, em oposição a valorização cultural de outrora.

O caminho trilhado pelo Ocidente desempenhou papel de sinalizador para a China,
que tem procurado seguir os casos implantados bem sucedidos, com o diferencial
de ter a consciência que as mudanças serão mais duradouras se estiverem
ancoradas em sua própria história, cultura e confiança em encontrar um terreno
comum sobre o qual construir o futuro.

Os primeiros passos demonstram a disposição chinesa pela superação do estigma de
país estagnado na concentração de esforços da maior importância, tais como o
que diz respeito à superação de sua própria cultura frente a cultura alheia em
prol do desenvolvimento do país.

*Fernanda Ramone é bacharel em Relações Internacionais, pesquisadora da Câmara
de Comércio e Indústria Brasil-China (CCIBC).

Fonte: http://www.netcomex.com.br/noticias/materia.asp?a=7211




A Próxima Curva

Um estudo do banco Goldman Sachs diz que Brasil, Rússia, Índia e China poderão se transformar no maior bloco econômico do mundo nas próximas

décadas

Por André Lahóz - REVISTA EXAME

Você consegue imaginar um mundo em que os Estados Unidos, a maior potência
econômica dos últimos 100 anos, perdem a liderança para a China? E que
tal ver o Brasil, eterno país do futuro, ser alçado à condição de peso pesado
da economia global, a ponto de deixar uma força como a Alemanha para trás?
Pois talvez seja a hora de começar a levar essa possibilidade a sério. Não se
trata de nenhum sonho terceiro-mundista, mas de algumas das principais
conclusões de um estudo recém-concluído do banco de investimentos americano
Goldman Sachs. "Em pouco tempo a realidade deverá ser muito diferente da
que conhecemos", diz o economista Dominic Wilson, um dos autores do estudo.
"Haverá uma forte mudança no centro de gravidade econômica." (Leia entrevista abaixo)

Os economistas do Goldman Sachs analisaram as perspectivas das quatro
grandes economias emergentes -- Brasil, Rússia, Índia e China. Os resultados
desse bloco, batizado de Bric, impressionam: se conseguirem sustentar o
crescimento pelas próximas décadas, os quatro estarão entre as seis maiores
economias por volta de 2040. Dos seis grandalhões de hoje -- Estados Unidos,
Japão, Alemanha, Inglaterra, França e Itália --, apenas os dois primeiros
permanecerão no pelotão de frente. Particularmente no caso da China, as
ultrapassagens deverão começar já nos próximos anos: em 2004 os chineses
deixarão para trás os franceses, em 2006 os ingleses, em 2007 os alemães
e em 2016 os japoneses. Tradução: em pouco mais de uma década, a China poderá
se transformar na segunda maior economia do planeta. A Índia deverá segui-la
de perto e, dos quatro emergentes, é a que deverá apre sentar as maiores
taxas de crescimento nas próximas décadas.

Projeções como essas dificilmente acertam na mosca. Quem não se lembra
das previsões de que, antes do ano 2000, o Japão já teria deixado os Estados
Unidos comendo poeira e seria o principal motor da economia mundial? "Há
um alto grau de incerteza nas nossas estatísticas", reconhece Wilson. Segundo
ele, cada um dos países tem uma série de problemas, alguns muito graves,
e ninguém sabe se eles serão resolvidos. Por outro lado, o próprio exemplo
japonês mostra como poucas décadas de crescimento sustentado podem
transformar países pobres em gigantes econômicos. A Coréia do Sul, outro
caso de sucesso, precisou de apenas 30 anos para sair do subdesenvolvimento
e atingir um estágio muito próximo ao dos países líderes. Ou seja, a
experiência histórica sugere que o quadro desenhado tem chances concretas
de materialização. O ponto forte do estudo é alertar sobre o fantástico
potencial das grandes economias emergentes caso consigam replicar as
histórias com final feliz de Japão e Coréia do Sul.

O que torna esses quatro países especiais? A principal característica comum
é um enorme mercado consumidor a ser explorado. "Há hoje 1 bilhão de pessoas
com renda anual superior a 10 000 dólares, a imensa maioria vivendo nos
países ricos", diz Paul Laudicina, vice-presidente mundial da consultoria
A.T. Kearney. "Até 2015 haverá acréscimo de mais 1 bilhão de consumidores
nessa faixa de renda, dos quais 900 milhões estarão nos países emergentes."
Só por aí fica claro de onde deverá vir o estímulo ao crescimento econômico
nos próximos anos. Segundo o Goldman Sachs, já em 2009 o acréscimo na
demanda dos quatro países será superior ao do G-6.

Para o Brasil, o preocupante é que a história contada pelos economistas
do Goldman Sachs ainda parece roteiro de ficção. Dos quatro países observados,
é o que apresenta hoje a maior distância entre potencial e realidade. O
Brasil cresceu 1,5% em 2002 -- ante 4,3% da Rússia, 4,9% da Índia e 8%
da China. Segundo Wilson, há pelo menos três motivos para esse descompasso:
pouca abertura comercial, baixa poupança interna e endividamento elevado.
É uma combinação que tem comprometido o crescimento da economia brasileira
e cuja superação vai exigir muito esforço nos próximos anos. Exatamente por
contar com dificuldades grandes, as projeções do banco para o crescimento
do Brasil -- entre 2,7% e 4,2% -- estão muito longe do padrão chinês, por
exemplo.

Já a boa notícia é que, mesmo com taxas de expansão que não chegam a ser
nenhuma maravilha, o Brasil poderá deter em 2050 a quinta maior economia
do mundo. Isso evidencia que, quando o assunto é crescimento, o importante
não é conseguir produzir arrancadas espetaculares, que logo perdem o fôlego,
mas manter a expansão de forma consistente por muitos anos. O nome do jogo
é sustentabilidade. "Foi isso que o Brasil conseguiu fazer na maior parte
do século passado", diz o economista Alexandre Mathias, do Unibanco Asset
Management. "E o que não conseguiu nos últimos 20 anos."

O POTENCIAL É ENORME
Mas, para virar uma economia líder, o Brasil precisa de reformas profundas,
diz Dominic Wilson, um dos autores do estudo do banco Goldman Sachs
Qual é a principal mensagem do estudo? Que o mundo poderá ser muito
diferente em pouco tempo. Se as condições para o crescimento sustentado
forem mantidas, em 30 anos o grupo de países líderes será outro. Claro
que qualquer previsão tem um alto grau de incerteza. Nós descrevemos apenas
um caminho possível da economia mundial, mas para que se materialize os países
emergentes terão de manter um grau razoável de estabilidade na política
econômica e nas instituições políticas. Se conseguirem, o potencial de
crescimento nos quatro países é imenso.
A Ásia deverá ser a área dominante? Haverá certamente uma forte mudança
no centro de gravidade econômica -- e ela será feita em direção à Ásia. As
projeções indicam que China e Índia serão a primeira e a terceira economias,
respectivamente, por volta de 2050. Considerando também o Japão, vemos
que três das seis maiores economias poderão estar na Ásia. Sem falar da Rússia,
que tem grande interação econômica com esses países.
A América Latina não vai ficar isolada? O sucesso da América Latina vai
depender do sucesso do Brasil. Nas nossas projeções, partimos do princípio
de que o Brasil vai conseguir ultrapassar as dificuldades recentes -- uma
hipótese relativamente ousada. O Brasil poderá também se beneficiar de
outro fato: os Estados Unidos deverão manter um dinamismo forte.
A Alca poderá ajudar o crescimento do Brasil? O comércio é uma peça
importante para o sucesso econômico -- Brasil e Índia são os que mais têm
de avançar nesse campo. Mas, às vezes, acordos regionais acabam restringindo
o comércio global -- é uma crítica feita, por exemplo, ao Mercosul. O
importante é não se isolar das partes mais dinâmicas. Alguns economistas
defendem acordos regionais por serem um primeiro passo para negociações
mais amplas.

Dos quatro países estudados, o Brasil é o que tem crescido menos. Por quê?
Acomparação do Brasil com os outros três evidencia diferenças importantes.
O Brasil ainda é muito fechado ao comércio -- a China, por exemplo, tem um
grau de abertura muito maior. Além disso, as taxas de investimento e
poupança no Brasil são insuficientes. Por fim, a dívida brasileira é
relativamente alta.
Qual a sua opinião sobre o governo Lula? Para recolocar o Brasil numa
trajetória de crescimento, o governo tem de garantir estabilidade
macroeconômica e avançar nas reformas a que me referi. A estabilização
tem sido mantida com sucesso pelo governo, mas agora é preciso dar o passo
seguinte. Se o Brasil não conseguir avançar no segundo estágio, dificilmente
terá uma taxa de crescimento compatível com as nossas projeções.



Perigo de guerra atômica nunca foi tão grande, diz agência nuclear da ONU

Fonte: Agência Lusa

O perigo de uma guerra atômica nunca foi tão grande como atualmente, segundo o diretor da AIEA (Agência Internacional de Energia Atômica, da ONU), Mohamed El Baradei. "Uma guerra atômica se aproxima se não houver um acordo sobre um novo sistema internacional de controle [de armas nucleares]", disse El Baradei, em entrevista ao semanário alemão "Der Spiegel".

"Receio que armas nucleares caiam nas mãos de ditadores e terroristas sem escrúpulos", afirmou. El Baradei disse que também teme pelo arsenal nuclear dos Estados democráticos. "Enquanto existirem estas armas, não há nenhuma garantia absoluta contra roubo, sabotagem ou um acidente." Ele afirmou que a agência trabalha como um "bombeiro". "Mas quando os focos de incêndio se multiplicam, então devemos examinar todos os sistemas de segurança da casa e torná-la não-inflamável", disse o diplomata egípcio.


Profissionalização em Relações Internacionais: exigências e possibilidades

Paulo Roberto de Almeida

O estudo e a profissionalização em relações internacionais no Brasil têm avançado muito no período recente, em grande medida em função dos processos de globalização e de regionalização - tanto via Mercosul, como mediante as discussões em torno da ALCA - experimentados pelo país de forma mais intensa desde o início dos anos 1990. Pretendo abordar rapidamente alguns aspectos desta questão, utilizando-me do recurso a algumas perguntas que muitos estudantes nessa área também devem se fazer a si mesmos.

1) Quem é o profissional de relações internacionais no Brasil?

Trata-se não apenas do graduado em relações internacionais, uma vez que são ainda relativamente poucos os egressos dos parcos cursos existentes nesse nível no Brasil, muito embora a oferta tenha crescido exponencialmente nos últimos anos, em especial no setor universitário privado e em faculdades isoladas. Esse profissional, típico destes tempos de "globalização", é mais suscetível de ter cursado uma vertente mais tradicional de estudos - ciências sociais, direito, economia e áreas afins -, dirigindo-se em seguida aos, estes sim inúmeros, cursos de pós-graduação ou mais geralmente de especialização (pós-graduação lato sensu, mestrado profissionalizante) que se multiplicaram no Brasil no período recente. Não há uma identificação formal desse profissional, uma vez que não há, nem se afigura provável haver no futuro previsível, uma regulamentação dessa carreira (já seria uma profissão?), a exemplo de outras tantas existentes no cenário trabalhista brasileiro. Considero particularmente desnecessária e mesmo indesejada tal regulação profissional, uma vez que seria uma maneira de manter a adequada flexibilidade do mercado e propiciar uma demanda adaptada a um maior espectro de capacidades intelectuais e acadêmicas.

2) Como se faz a formação do profissional em relações internacionais?

Em função da já citada "precocidade" da profissão, ela é, compreensivelmente, a mais variada possível e não há, propriamente, homogeneidade didática nos cursos oferecidos, sendo portanto "normal" a qualidade muito diferenciada dos egressos desses cursos. Os resultados também variam em função da orientação e do conteúdo substantivo dos cursos disponíveis, cabendo notar uma orientação mais tradicionalmente acadêmica nas faculdades públicas e preocupações mais pragmáticas nas particulares. Com efeito, uma observação perfunctória revela uma maior ênfase em aspectos conceituais e teóricos nos cursos mantidos pelas instituições tradicionais (universidades públicas e católicas) e um cuidado bem mais acentuado com o lado prático da profissão naqueles oferecidos pelas privadas (comércio exterior e administração de negócios internacionais, por exemplo). Essa dicotomia aparente, ainda largamente empírica nesta fase de sedimentação dos cursos especializados, não apenas é saudável do ponto de vista disciplinar, como desejável do ponto de vista das necessidades do "mercado", mas ela deveria ser bem mais evidente na formulação e apresentação ao público interessado nesses cursos. A evolução institucional conduzirá provavelmente a um núcleo comum de requisitos disciplinares básicos, mas a diversidade programática e a "divisão do trabalho" entre "especializações mercadológicas" devem continuar manifestando-se, de maneira a assegurar a necessária flexibilidade na formação dos muitos profissionais que devem continuar a sair dessas instituições.

3) Para que serve um profissional de relações internacionais?

Ele pode ocupar-se de uma série crescente de atividades públicas e privadas, todas elas situadas num "nicho" cada vez mais amplo da vida da Nação: a interface entre o contexto interno e o cenário externo, seja no plano dos negócios, seja no âmbito da administração pública, seja ainda nas lides acadêmicas. Essa ponte entre o lado doméstico e as vertentes regional e internacional exige um profissional que saiba não apenas uma ou várias línguas estrangeiras, mas também comércio exterior, direito e economia internacional e o próprio funcionamento das muitas organizações multilaterais e regionais de integração e de cooperação que permeiam a vida contemporânea das nações. Esse profissional é antes de tudo um "técnico especializado" a serviço de uma larga burocracia hierarquizada, se trabalhar numa empresa privada ou na administração pública, ou será uma espécie de "livre atirador" da globalização, se estiver lotado numa instituição universitária, onde a liberdade de escolha temática e a maior latitude na utilização do tempo são proverbiais. Em qualquer desses casos e mesmo nas especializações menos bem delimitadas, esse profissional serve, antes de tudo, para processar informações, ou seja, para digerir massas de insumos "externos" e produzir volumes de "soluções" possíveis aos problemas que são colocadas às suas instituições respectivas de afiliação laboral. A qualidade do "produto final" será tanto mais relevante quanto mais pertinente ao objeto de trabalho e ao desafio colocado à instituição a que pertence esse profissional.

4) Quais são os setores preferenciais de atividades desse profissional?

As possibilidades são praticamente infinitas com a intensificação do processo de globalização, indo desde uma empresa de turismo a um clube de futebol. Podemos, contudo, destacar três grandes áreas ou setores de atuação para os especialistas em relações internacionais: (1) governo, ou setor público de modo geral, no qual se destaca em primeiro lugar a diplomacia, cujos requisitos de ingresso são (a)normalmente elevados (ver o site do Itamaraty: www.mre.gov.br/irbr), mas todos os demais ministérios (com destaque para a nova profissão de "analista de comércio exterior", do atual MDIC) e agências públicas, bem como os governos estaduais e municipais vêm fazendo crescente apelo a tais profissionais em suas respectivas "assessorias internacionais"; (2) academia, onde as possibilidades efetivas são reconhecidamente mais limitadas, uma vez que as vagas no corpo docente não se renovam todos os dias e tendo em vista o fato de que nem todos os ingressados possuem qualidades ou vocação para a pesquisa e o ensino; (3) setor privado, no qual as chances de trabalho se multiplicam todos os dias, levando-se em conta a necessidade crescente de interagir com o cenário externo. Nesta última área, as exigências de qualificação são bem mais "prosaicas", mas ao mesmo tempo mais rigorosas. Uma empresa privada, normalmente, não necessita de longos textos sobre as virtudes e méritos respectivos do neo-realismo ou do institucionalismo na política mundial ou sobre como funciona o Conselho de Segurança na ONU, mas, sim, precisa conhecer muito bem as regras do GATT, o perfil aduaneiro da Comunidade Andina e os acordos já feitos com o Mercosul, as obrigações contraídas internacionalmente pelo Brasil em matéria de proteção ambiental ou a evolução da padronização de regulamentos técnicos e da fixação de normas industriais "voluntárias". Os desafios para as instituições de ensino tornam-se, portanto, muito grandes, uma vez que os professores deverão passar a conhecer não apenas Morgenthau ou Kehoane, mas também, e principalmente, a OMC, a ISO, a UIT e todas as demais organizações multilaterais e suas múltiplas convenções internacionais, sem mencionar as características técnicas precisas do processo de integração regional no Mercosul e suas dezenas de decisões e resoluções já adotadas desde 1991.

5) Que tipo de trabalho desempenha esse profissional?

As tarefas específicas dependem obviamente do entorno e do contexto laborais, mas em todas as áreas a atividade é geralmetne dominada pelo processamento da informação. Não só o diplomata, mas também o "middle manager" corporativo e o "técnico" de uma empresa globalizada têm de processar informações (inputs) que chegam todos os dias, de maneira a transformar essa "matéria bruta" externa em vantagens adaptativas para suas respectivas instituições que "competem" no ambiente internacional (seja por um produto ou serviço, seja por uma determinada disposição ou decisão em organização internacional). O diplomata, ademais, representa seu país no exterior (em embaixadas e missões) e negocia em caráter permanente ou de forma mais irregular acordos bilaterais e convenções multilaterais. Os assessores internacionais alertam para a interface e as limitações externas em suas esferas respectivas de atuação, instituições públicas ou privadas. Todos eles, diplomatas, empresários, assessores participam, cada um a seu modo ou com distintos graus de independência (com subsídios ou mesmo determinações) do processo decisório em suas instituições de afiliação, contribuindo assim para o sucesso relativo do produto ou serviço. Sublinhei o termo independência uma vez que o diplomata obedece ao seu chanceler e este, em última instância, a um mandatário eleito, ao passo que o funcionário corporativo deve prestar contas a seu gerente imediato e este ao Conselho de Administração ou pelo menos ao CEO da empresa. O acadêmico é bem mais independente e desenvolto em suas atividades, sendo sua principal função - para o que ele é pago - a de transmitir conhecimentos ou a de realizar uma pesquisa, mas deve-se reconhecer que ele participa bem menos de processos decisórios, menos relevantes nas instituições de ensino. Ele o fará, eventualmente, e de forma indireta, se participar como consultor de um determinado projeto contratado externamente, mas para isso precisa apresentar qualificação numa determinada área especializada. À exceção daquelas profissões regulamentadas e reservadas a um círculo profissional de especialistas registrados - advogados ou mesmo aquelas áreas indevidamente fechadas, como a de jornalista, por exemplo -, a maior parte das demais atividades que podem ser desempenhadas por um formando em ciências sociais, economia, história, comunicações ou ainda em áreas "técnicas" como operador cambial ou no mercado de futuros também podem ser ocupadas por um profissional em relações internacionais, sobretudo se ele combinar essa "especialização" a uma graduação nas vertentes mais tradicionais dos cursos universitários.

6) Quais os requisitos que se espera de um profissional de relações internacionais?

Uma trading, por exemplo, ou seja, uma empresa de comércio exterior não se dispõe a contratar um profissional apenas em virtude de um brilhante currículo acadêmico, mesmo se ele for egresso de uma conceituada faculdade pública. Ela é bem mais propensa a valorizar o conhecimento prático da nomenclatura aduaneira, da regulamentação de comércio exterior, das normas técnicas em vigor nos mercados estrangeiros. Muito embora uma boa cultura geral possa ser, igualmente, um surplus na avaliação do currículo do candidato, a experiência em matéria de regulações e normas aplicadas ao comércio internacional se afigura indispensável, assim como conhecimentos elementares de economia e de estatística. Na outra ponta, uma boa cultura humanista contribui em muito para uma boa performance do candidato nos concursos do Instituo Rio Branco, o que não dispensa contudo um contato íntimo com a atualidade mais imediata sobre as relações internacionais e a política externa do Brasil, que se adquire com a leitura diária dos principais jornais e periódicos de circulação nacional e de algumas revistas especializadas em política internacional (ver, por exemplo, a Revista Brasileira de Política Internacional). Em outros termos, as exigências feitas a um profissional de relações internacionais são tão variadas quanto são as possibilidades diversificadas de emprego hoje existentes num Brasil definitivamente inserido nos circuitos da globalização produtiva e financeira. O campo oferece, sem dúvida alguma, oportunidades crescentes aos ingressados dos cursos de graduação e de especialização, mas parece inevitável que um processo de "diluição" das e de "divisão do trabalho" entre as diferentes instituições brasileiras dedicadas à formação e à complementação educacionais desses profissionais deverá necessariamente ocorrer nos próximos anos, como forma de adequar perfis pedagógicos aos requisitos de mercado. O "profissional da globalização" é um ser multifacético, ao mesmo tempo um generalista e um perito em aspectos específicos da crescente interdependência mundial. Longa vida ao profissional em relações internacionais.

691. "Profissionalização em relações internacionais: uma discussão inicial", Brasília, 12 junho 1999, 5 pp. Texto sobre formação e perspectivas profissionais do formando em relações internacionais. Publicado no periódico do curso de relações internacionais da PUC-SP, Observatório de Relações internacionais (São Paulo: PUC-SP, nº 1, outubro/dezembro 1999, pp. 10-13). Revisto em 2001 e integrado como "leitura complementar" ao livro Os primeiros anos do século XXI: o Brasil e as relações internacionais contemporâneas. Relação de Publicados nºs 248.




Segunda-feira, 15 de março de 2004 14h20
OEA mediará negociação entre governo colombiano e paramilitares

A Organização de Estados Americanos (OEA) estará presente à mesa de negociações de paz entre o governo do presidente Álvaro Uribe e os paramilitares de extrema direita, anunciou o chefe da missão da OEA na Colômbia, o argentino Sergio Caramagna.

"Vamos ajudar num possível acordo, numa tomada de decisão", declarou o diplomata, em entrevista publicada nesta segunda-feira pelo diário "El Tempo".Explicou que o governo colombiano convidou a missão da OEA a acompanhar o diálogo, depois que, há duas semanas, o comissário para a paz, Luis Carlos Restrepo, admitiu que o processo estava em ponto crítico, uma vez que os paramilitares se negavam a se concentrar em zonas, para que fosse verificado o cessar-fogo.

Caramagna disse que a questão dos pedidos de extradição encaminhados pelos Estados Unidos contra os chefes paramilitares Carlos Castaño e Salvatore Mancuso, que constituem outro obstáculo na negociação, devem ser resolvidos pelas instituições correspondentes sem que afete o processo de paz. “O mandato da OEA nos indica outras tarefas: apoiar a desmobilização, o desarmamento e a reinserção”.

Os assuntos vinculados especificamente ao narcotráfico, por mais do que tenham relação com isto, deverão ser parte da responsabilidade de outras instituições", afirmou.Em declarações a emissoras locais de rádio, o comissário esclareceu que o trabalho da OEA será de acompanhamento do processo e não de mediação, pelo que o organismo só facilitará as aproximações, proporá sugestões, mas "seguiremos o ritmo, respeitando os tempos, que serão definidos pelos colombianos".

Caramagna precisou que nesta segunda-feira se instalasse em Medellín (noroeste) um escritório da missão da OEA para começar a verificar o plano de desmobilização e reinserção à vida civil de 871 membros do Bloco Cacique Nutibara (BCN), primeiro grupo paramilitar a depor as armas no dia 25 de novembro passado nessa cidade.O diplomata argentino fez um apelo à comunidade internacional para que apóie o processo de paz com os paramilitares.Segundo um acordo assinado no dia 15 de julho, o processo procura o desarmamento de entre 16 mil e 20 mil paramilitares antes de 2006.

Fonte: France Presse, em Bogotá



Sexta-feira, 26 de março de 2004 13h31

Análise: A UE e o combate ao terrorismo internacional

JULIE SCHMIED


O massacre urbano ocorrido em Madri (Espanha), em 11 de março (11-M), mostrou contornos inacreditáveis, evidenciando a vulnerabilidade européia frente à brutalidade de que tem capacidade o terrorismo internacional atual, e que se projeta para o futuro.

Paradoxalmente, o termo terrorismo teve origem na mesma Europa, no período do terror da Revolução Francesa que culminou com a queda de Robespierre, em 1794, no Comitê de Salvação Pública da Assembléia Constituinte. Incorruptível e instituidor do culto do "ser supremo", ele perseguia com sadismo aos a que se opunha, inclusive o próprio Marquês de Sade. Na segunda metade do século 20, atuaram no cenário europeu diversas facções terroristas, embaladas politicamente pela Guerra Fria.A Brigada Vermelha italiana, foi a responsável, em 1978, pelo estrondoso seqüestro e assassinato do presidente do partido Democrata Cristão Aldo Moro.

A Facção do Exército Vermelho na Alemanha, ou Baader-Meinhof (nomes dos seus fundadores), também tinha como propósito principal derrocar o regime político vigente --eram os proclamados "alquimistas da revolução".



Atualidade

Com o declínio do comunismo no plano mundial se notou das novas facções terroristas o abandono das bandeiras vermelhas ou classistas,pensando o terrorismo a se vestir de características nacionalista, étnicas e religiosas. Um grupo dissidente do Exército Republicano Irlandês [guerrilha católica], o IRA autêntico, ainda se opõe hoje ao processo de paz na Irlanda do Norte e foi o responsável pelo atentado mais grave do conflito no Ulster.

Na Córsega, se conheceu a Frente de Liberação Nacional Corsa-União de Combatentes (FLNC-UC). Na Itália se observa o reaparecimento, sob novas siglas, das Brigadas Vermelhas para a Construção do Partido Comunista Combatente, as BVPCC. No país basco, região ao norte da Espanha, o terrorismo nacional separatista do ETA (Euskadi ta Askatasuna ou Pátria Basca e Liberdade) já foi responsável por cinco vezes mais vítimas fatais que o 11-M, em mais de 30 anos de atividade e 3.300 atentados (de 1968 a 2002). A novidade e o destaque no 11-M estão: na sua origem em movimentos terroristas internacionais, de ação externa à Europa; e na conexão com o apoio prestado aos Estados Unidos à invasão do Iraque. Isto faz com que diversos Estados-membros da UE, que integraram a coalizão contra o regime de Saddam Hussein, componham a lista dos próximos prováveis alvos.



Conexão marroquina
O envolvimento no 11-M de elementos islâmicos marroquinos induz perplexidade. O Marrocos, ao contrário dos outros países do Magreb (grupo de países africanos situados ao norte do deserto do Saara), se julgava e classificava como imune e blindado ao avanço mundial do fundamentalismo islâmico. Sua constituição reza (art. 23) que a pessoa do rei é inviolável, é sagrada; e sob este fundamento se combateu internamente o extremismo religioso, até com certa força e repressão. No Marrocos, como no restante do mundo árabe, o movimento islâmico tem diversas tendências, indo desde os fanáticos grupos fundamentalistas radicais, que não titubeiam em empregar o terrorismo sem nenhum objetivo nobre, até os moderados, partidários da sua integração e participação no jogo político local. No extremo radical, estão o atentado de Casablanca, de 16 de maio de 2003, e o 11-M, reivindicados pelas Brigadas Abu Hafs al Masri, grupo marroquino vinculado à rede terrorista islâmica da Al Qaeda.


OTAN
A existência de elementos militares dos EUA na inteligência européia tem propiciado o apoio da Otan (Organização do Tratado do Atlântico Norte) no combate ao terrorismo na Europa. Os meios de segurança dos EUA e os europeus têm mostrado êxitos ao desarticular algumas células terroristas e frustrar atentados planejados, mas que não garantem a certeza de impedir atentados futuros.

A Grécia já solicitou à Otan sua proteção para os Jogos Olímpicos, contra a repetição de Munique, em 1972, quando integrantes da Organização de Liberação da Palestina (OLP) assassinaram integrantes da delegação olímpica israelense, ou mesma da Olimpíada de Atlanta, em 1996, palco de atentado a bomba.

Portugal também tem admitido que poderá pedir o apoio da Otan durante a realização, neste ano, da Eurocopa de futebol e da sua versão do Rock in Rio, contando com o apoio de aviões de vigilância aérea (AWACS) para o controle do espaço aéreo.



Conselho Europeu
Para fazer frente a esse complexo cenário, o Conselho Europeu se reúne, nestes dias 25 e 26 e sob a presidência semestral rotativa da Irlanda, para estabelecer consenso sobre o combate terrorismo e buscar coesão na sua forma de atuar sobre esse difícil tema, que começa a afetar as liberdades básicas dos cidadãos da UE. A abordagem buscará a união dos Estados-membros, antigos e novos aderentes, para a aplicação do que já fora acordado em 2001, depois do atentado terrorista de 11 de setembro de 2001 nos EUA (11-S), constando de:

- a criação da ordem européia de detenção e entrega, a euro-ordem;

- - o estabelecimento de penas mínimas harmonizadas para delitos de terrorismo;

- - o reconhecimento mútuo de decisões judiciais relativas ao terrorismo;

- - a execução de ordens de congelamento de contas e bens de terroristas;

- - o estabelecimento do órgão de cooperação judicial, o Eurojust;

- - o reforço da unidade antiterrorista da Europol, a polícia européia;

- - a possibilidade de formar equipes conjuntas de investigação;

- - a criação de grupos de trabalho "ad hoc" [usado para justificar o que nós achamos ser correto e excluir aquilo de que não gostamos] sobre terrorismo no conselho de ministros;

- - o estabelecimento de agência para o controle das fronteiras exteriores.

Na prática: a euro-ordem ainda não foi incorporada às legislações da Itália, Alemanha, Holanda, Áustria e Grécia; a decisão-quadro sobre a formação de equipes conjuntas de investigação ainda não tem sido incorporada pela França, Holanda, Bélgica e Grécia; e falta a garantia da aplicação de todas essas medidas se aplica aos dez novos países membros.


Conselho
Os Ministros do Interior e de Justiça da UE têm, de forma unânime, respaldado a implantação às legislações nacionais de todas essas medidas e de outras mais que têm sido aprovadas nos últimos três anos, com o compromisso de buscar fazê-lo antes de finalizar o próximo mês de junho uma tarefa política e burocrática difícil.

A criada função do coordenador europeu deverá ser exercida por Gijs de Vries, um ex-secretário de Estado do Interior holandês. Este "supercomissário" da luta antiterrorista da UE, deverá ser uma figura sem poderes executivos, encarregado de identificar lacunas nos mecanismos de colaboração entre os países e de sugerir emendas à legislação comunitária, além de coordenar todas as atividades neste tema. Será subordinado ao alto representante para a Política Externa e de Segurança Comum da UE, hoje o espanhol Javier Solana, ex-secretário da Otan.

Entre outros acordos engendrados pelo Conselho de Ministros, estão: o reforço da Europol e a maior transmissão de informações entre os Estados-membros, ação sustentada enfaticamente pela Alemanha, Espanha e França; e a adoção de uma cláusula de solidariedade européia, no caso de ataque terrorista, com a possibilidade de apoio militar. A idéia da criação de uma agência de inteligência comum, nos padrões de uma CIA (inteligência dos EUA) européia, chegou a ser proposta pela Áustria, mas rechaçada pela França, Alemanha, Reino Unido, Itália e Espanha, por não estar suficiente madura e envolta de perigos políticos potenciais. Já o tópico da cláusula de solidariedade européia está sendo oportunamente incorporado ao projeto da Constituição européia.

A UE quer que o combate ao terrorismo seja obrigatório nas suas relações exteriores e, para isto, os seus ministros afinaram sobre novos tópicos contra o terrorismo que devam constar de todos os tratados que os seus membros assinem com países terceiros [a semelhança do que ocorre com os direitos humanos ou a cooperação em matéria de migração], embora se considere que a força de coerção desta fórmula seja relativamente limitada. Acelerar a entrada em vigor dos novos documentos de identidade e de novos vistos para estrangeiros, que incluem informação sobre os dados biométricos do portador, foi a medida que mais facilmente alcançou a unanimidade. O plano europeu contra o terrorismo deliberado pelo conselho de ministros também prevê: o reforço dos controles fronteiriços; o aumento da cooperação dos Estados-membros para impedir o financiamento ao terrorismo; e o estabelecimento de novos instrumentos para a harmonização das regras sobre a retenção dos dados por parte dos provedores de serviços de telefonia e Internet.



Conferência Intergovernamental (CIG)

A CIG será um dos pontos em que também centram as conversações do Conselho Europeu, neste dia 25 em Bruxelas. A presidência da UE esperará até a formação do novo governo espanhol, no mês de abril, para reconvocar a CIG, com o propósito de continuar os trabalhos sobre a redação da primeira Constituição européia.

À presidência de turno da UE, liderada pelo primeiro-ministro Irlandês Bertie Ahern, compete apresentar um informe das negociações mantidas com os Estados-membros desde o passado 1º de janeiro, após o fracasso das negociações sobre a Constituição, na cúpula de dezembro de 2003, realizada na Itália. Na espera de mais firme vontade política, existe um sentimento comum de se poder chegar ao acordo ainda sob a presidência rotativa irlandesa e com isto ter a aprovação da Constituição européia antes das eleições parlamentares européias de 13 de junho. Para acordar o texto constitucional europeu ainda haverá que serem superados vários obstáculos, desde: o estabelecimento de novo sistema de decisão no Conselho de Ministros [dupla maioria], passando pela composição do novo colegiado de Comissários europeus e a obrigatoriedade de adoção dos elementos da carta de direitos fundamentais do cidadão europeu.


Unanimidade
A UE não é uma federação como os EUA, nem uma mera organização de cooperação entre governos como a ONU (Organização das Nações Unidas). Os Estados-membros da UE continuam a ser nações soberanas e independentes A essência da fundamentação do processo de integração regional que compõe hoje a UE está na delegação de alguns dos poderes de decisão de seus Estados-membros às Instituições que criaram. Essa constitui a forma de assegurar que os assuntos de interesse comum possam ser decididos democraticamente ao nível europeu, particularmente no que diz respeito às políticas comunitárias, de modo a ganharem força e influência no mundo, como não poderiam obter isoladamente. O trato dos temas da Política Externa e de Segurança Comum pode ter sérias implicações para os Estados-membros e ter sensível efeito político sobre o exercício da soberania individual dos países. Daí a necessidade de se contar com a difícil unanimidade dos Estados-membros e o trato do tema ocorrer essencialmente sob o controle direto do Conselho Europeu. O combate ao terrorismo deve ser prioritário para as sociedades democráticas, e disso os Estados-membros da UE estão conscientes.

A participação da UE na luta contra o terrorismo tem de se fundamentar em princípios claros como os: da cooperação e unidade política; da legalidade internacional (instrumento do estado de direito), seja no âmbito da UE, sob os princípios fundamentais da União, ou sob as disposições da Carta da ONU.

A complexidade do processo decisório que hoje já envolve 25 países da Europa, tratando de um tema tão difícil, multifacetado e até mesmo nebuloso como o combate ao terrorismo internacional, demonstra a necessidade de se contar sempre da unanimidade política. Em áreas como a política externa e a segurança e defesa, os Estados-membros da UE mantêm um controle independente, onde não ocorre a congregação automática das soberanias nacionais; por isto, o Parlamento Europeu e a Comissão Européia têm papéis bastante limitados. Trabalhando de forma conjunta, o Conselho da UE (de Ministros) pode constituir o principal foro da cooperação intergovernamental.

Mais do que a unanimidade dos Chefes de Estado ou de governo, reunidos neste par de dias no Conselho Europeu, ou de toda a atuação das Instituições da UE se faz necessário, no trato do tema do combate ao terrorismo, o respaldo de uma unanimidade consciente e envolvente de todos os cidadãos europeus.

Julie Schmied é professora de relações internacionais e direito internacional da Universidade de Brasília (UnB)





Nova Europa de 450 milhões de habitantes preocupa os EUA

Dez novos países passam a integrar a União Européia, sete deles vindos do antigo bloco soviético. Ampliação européia preocupa EUA e ressuscita fantasma geopolítico: a criação de um eixo Berlim-Moscou. Dia 1° de maio de 2004, uma data histórica para a Europa e para o mundo, um motivo de preocupação para os Estados Unidos. A União Européia torna-se um bloco de 25 países, 188 regiões, cerca de 450 milhões de habitantes e 20 línguas oficiais. Neste dia, dez novos países passam a integrar a comunidade européia: quatro da Europa Central (Polônia, Hungria, República Tcheca e Eslováquia), três ex-repúblicas soviéticas (Estônia, Lituânia e Letônia), uma antiga república iugoslava (Eslovênia) e duas ilhas do Mediterrâneo (Chipre e Malta).

O espaço geográfico da nova Europa terá um acréscimo de 25% e sua população crescerá em 75 milhões de pessoas. Conforme assinalou o jornal Le Monde, o peso maior da ampliação não é econômico (os dez novos países detém, juntos, 5% da riqueza européia), mas sim político. Entre os dez novos membros da UE, setes pertenciam, há quinze anos, ao bloco soviético. A ampliação e o fortalecimento do bloco europeu causa preocupações em Washington que volta a ser assombrada por um velho fantasma geopolítico: a criação de um eixo entre Berlim e Moscou. Para tentar neutralizar esse movimento, os EUA trabalham para reforçar seus laços com os países do leste europeu.

Apesar dos festejos que marcam a data, os líderes europeus também não escondem suas preocupações com os desafios que têm pela frente. Do ponto de vista institucional, o desafio é como fazer funcionar uma máquina composta por 25 países de histórias, economias e culturas diferentes. Do ponto de vista econômico, os problemas não são menores: nunca a Europa recebeu Estados tão pobres como os que entram agora na UE, ainda por cima em uma época de crescimento econômico muito reduzido. E, por fim, desafios políticos e culturais: qual será a cara dessa nova Europa formada por tantas diferenças? Agora, de Portugal a Estônia, do Ártico até Malta e Chipre, os cidadãos europeus poderão passar de um país a outro sem ter que mostrar passaporte. Os novos países são mais pobres que a média européia atual, mas a sua economia está em rápida expansão: nos últimos anos a sua taxa de crescimento médio foi de 4,2%, um dos mais altos no mundo. A ampliação do bloco europeu será oficializada neste sábado, quando chefes de Estado e de Governo dos todos os países da UE participarão em Dublin, atual capital da UE, de uma cerimônia durante a qual serão içadas as bandeiras dos 25 países.

O começo de uma nova era? Os líderes europeus saudaram, com diferentes ênfases, o processo de ampliação. O presidente da Comissão Européia, Romano Prodi, disse que a incorporação dos dez novos membros da Europa do Leste é um processo "irreversível e positivo". "A fronteira não existe mais; começou uma nova era", acrescentou Prodi. Segundo ele, a ampliação traz consigo grandes oportunidades de produção, de trocas comerciais e de investimento, e não apenas para o centro da Europa. Prodi destacou as reformas políticas e econômicas realizadas pelos novos países membros que "criaram um ambiente favorável para os investimentos e para as atividades econômicas". O chanceler alemão Gerhard Schroeder também saudou a ampliação da União Européia dizendo que ela representa "o cumprimento de uma missão histórica, a realização de um sonho de muitas gerações de europeus". Schroeder destacou as oportunidades que a ampliação oferece para a Europa e em particular para a Alemanha, um país que, em função de sua posição geográfica e de seu peso econômico e político, sente mais do que os outros o contato com os países do leste europeu. Principal aliado dos EUA na Europa, o primeiro- ministro britânico Tony Blair também saudou com otimismo a expansão da UE, mas fez questão de destacar que ela representa "uma Europa mais segura, próspera e muito mais próxima dos Estados Unidos", refletindo as preocupações de Washington em relação a possíveis conflitos no futuro, tal como ocorreu em 2003, em torno da questão do Iraque.

Um passo polêmico: a Constituição Européia O desafio mais importante para a UE no próximo período é a elaboração da Constituição Européia. Para acelerar esse processo, a França está propondo a realização de uma votação simultânea nos 25 países membros do bloco para aprovar a Constituição. O ministro de Relações Exteriores da França, Michel Barnier, propôs nesta sexta-feira que a futura Constituição seja aprovada no mesmo dia em todos os países da UE, ficando a cargo de cada um a escolha entre referendo popular ou votação no parlamento nacional. No entanto, esse passo ainda deve demorar. Em junho, os europeus irão às urnas para eleger o novo Parlamento, sem ainda ter uma definição a respeito da Constituição. A boa notícia para o governo francês foi o apoio manifestado pelo novo primeiro-ministro espanhol, Luis Rodríguez Zapatero, à aprovação da Constituição o mais rápido possível. O anúncio representa uma mudança da posição espanhola sobre o tema, uma vez que o governo de José Maria Aznar, derrotado recentemente nas urnas, não era favorável à proposta de Constituição defendida pela França e pela Alemanha. O texto da Constituição, elaborado por um grupo de trabalho presidido pelo francês Valery Giscard d'Estaing, tem três objetivos centrais: aproximar os cidadãos do projeto da UE e das instituições européias; estruturar a vida política e o espaço político europeu em uma União ampliada; fazer da UE um fator de estabilidade, um ponto de referencia na nova organização mundial. Do ponto de vista econômica, a proposta tem um caráter liberal, defendendo a privatização de setores hoje nas mãos do Estado e uma maior desregulamentação da economia, o que tem provocado forte oposição de setores da esquerda européia.

À volta de um velho fantasma, a ampliação da União Européia é vista com preocupação pelo governo dos Estados Unidos, que teme o surgimento de uma Europa "excessivamente independente" em relação aos seus objetivos geopolíticos. Nos últimos anos, Washington tem se esforçado em firmar acordos comerciais e militares com vários países do leste europeu. Não é à toa que, hoje, soldados poloneses e búlgaros estão no Iraque integrando as forças de ocupação. O fortalecimento de um bloco envolvendo França, Alemanha e Rússia são um verdadeiro pesadelo estratégico para os EUA, que ressuscita velhos fantasmas históricos. O surgimento de um eixo Berlim-Moscou é o temor maior da geopolítica norte-americana desde o início do século XX, assim como havia sido da inglesa no século XIX. Em janeiro de 2003, durante a polêmica envolvendo a existência ou não de armas de destruição em massa no Iraque, o chefe do Pentágono, Donald Rumsfeld, criticou o que chamou de pacifismo da França e da Alemanha, classificando-os como representantes de uma "velha Europa". Ao mesmo tempo, Rumsfeld destacou o avanço da Organização do Tratado do Atlântico Norte (Otan) rumo ao leste europeu. O ataque dos EUA ao Iraque foi apoiado inicialmente por oito países europeus, entre os quais a Polônia, a Hungria e a República Tcheca. No dia 29 de março, cinco dos dez países que estão ingressando agora na EU, entraram na Otan (Estônia, Letônia, Lituânia, Eslováquia e Eslovênia). A Polônia vem desempenhando um papel central neste processo de aproximação com os EUA, sendo hoje o principal aliado de Washington na região. Como já disse José Luis Fiori, os EUA se apressam em construir uma espécie de cinturão sanitário no leste europeu para impedir que o fantasma do eixo Berlim-Moscou volte a assombrar os corredores do Império de plantão.

Com informações da Agência Ansa e do Jornal Le Monde.



Viagem de Lula ganha destaque na imprensa dos EUA



Terça-feira, 25 de maio de 2004

Washington - Nunca uma viagem internacional de um líder brasileiro recebeu a atenção, por parte da imprensa de língua inglesa que circula nos EUA, como a visita do presidente Luiz Inácio Lula da Silva à China. Da CNN ao New York Times, do Boston Globe ao Wall Street Journal e à revista The Economist, nos últimos dias praticamente todos os grandes veículos dedicaram bom espaço à viagem, que o próprio Lula apresentou como a mais importante da sua presidência.

A cobertura é digna de nota porque, tradicionalmente, a grande imprensa americana ignora visitas de líderes do Brasil ao exterior, mesmo quando o destino é Washington. O foco das reportagens é a expansão das relações comerciais, uma esperança que, numa ironia da História, levou cerca de 400 empresários brasileiros a acompanhar um ex-líder sindical numa missão cujo principal objetivo é buscar oportunidades de negócios e capitais para investimentos num país nominalmente comunista.

Por trás da atenção especial despertada pela viagem de Lula está não uma descoberta tardia da importância internacional do Brasil, mas a constatação de um fato que confirma o crescente impacto internacional da China. Em comentário publicado no último fim de semana, Richard Lapper, o editor do Financial Times para a América Latina, escreveu que a visita apresenta, nesse sentido, "um novo desafio para os Estados Unidos em seu próprio quintal. A ligação entre o Brasil e a China conecta os maiores mercados emergentes dos hemisférios ocidental e oriental".

Na China

O jornal oficial em inglês China Daily trouxe nesta segunda-feira um suplemento especial de quatro páginas em comemoração aos 30 anos do estabelecimento das relações diplomáticas entre o Brasil e a China. O destaque foi para a mensagem pessoal enviada pelo presidente Lula aos chineses. Nela, o presidente Lula destaca o crescente comércio entre os dois países e os avanços nos intercâmbios tecnológicos e de infra-estrutura, bem como a convergência das posições diplomáticas sino-brasileiras nos diversos foros internacionais.

Segundo a mensagem, o crescimento do comércio entre os dois países, em 2003, foi de 200% em relação ao ano 2000, movimentando US$ 7 bilhões. O texto também enfatiza o aumento de 74% no volume de transações comerciais no primeiro bimestre deste ano, em relação ao mesmo período do ano passado. O presidente também destaca a importância da China para o Brasil e os progressos nas negociações entre a China e o Mercosul, a fim de se estabelecer uma área de livre comércio.

Agência Estado: Paulo Sotero, correspondente, e João Caminoto





Sábado, 12 de junho de 2004
Para Kofi Annan, aumentaram as desigualdades entre países ricos e pobres



O secretário-geral da ONU (Organização das Nações Unidas), Kofi Annan, admitiu hoje em São Paulo que o mundo ficou "muito mais desigual" por conta do desequilíbrio nas negociações comerciais entre países pobres e ricos.

Segundo Annan, as desigualdades hoje são maiores do que as registradas há 40 anos, quando a Unctad (Conferência das Nações Unidas sobre Comércio e Desenvolvimento) foi criada. Ele criticou os países ricos por não abrirem seus mercados para os os países em desenvolvimento. "O mundo mudou dramaticamente. Em 1964, alguns dos atuais membros do G77 ainda não haviam obtido a independência. A Guerra Fria parecia um futuro permanente no cenário global, e, até há três anos, poucos de nós anteciparam os eventos do 11 de Setembro ou as mudanças que se seguiram", disse Annan.

As afirmações de Annan foram feitas durante o encerramento de reunião do G77, grupo que reúne hoje 132 países em desenvolvimento, em reunião que antecede o 11º Encontro da Unctad em São Paulo. "Os países em desenvolvimento também sofrem com a falta de acesso aos mercados dos países desenvolvidos e de outros desequilíbrios e injustiças que levaram vocês a levantar questões sobre os termos básicos do regime de comércio global. Se isso nos tem ensinado alguma coisa, é que as oportunidades para desenvolvimento precisam ser distribuídas mais igualitariamente".

Dependência do comércio primário

De acordo com Annan, os países em desenvolvimento precisam reduzir a alta dependência de suas economias do comércio de matérias-primas. Segundo Annan, a dependência do comércio de matérias-primas torna as economias dos países em desenvolvimento vulneráveis à instabilidade do mercado mundial.

O secretário-geral disse que os investimentos na área social devem ser prioridade nesses países e que o crescimento desses países, para ser significativo, tem que passar pela discussão em torno dos subsídios agrícolas, no âmbito da OMC (Organização Mundial do Comércio). Para o secretário-geral, já é possível ver contribuições do G-77 para o progresso da agenda global nas estatísticas de redução da mortalidade infantil, nas ações para preservar o meio ambiente e em casos de crescimento econômico 'espetacular', sem, no entanto dar exemplos.

Annan chegou em São Paulo hoje, às 8h30, para a abertura, na segunda-feira, da 11ª Conferência Geral da Unctad (Conferência das Nações Unidas para o Comércio e o Desenvolvimento). Annan se encontra amanhã com representantes de ONGs que realizam um evento paralelo. Na segunda, ele participa da abertura oficial da Unctad e mantém encontro reservado com o presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Colaboraram CÍNTIA CARDOSO e FABIANO MAISONNAVE, da Folha de S.Paulo




Quinta-Feira, 10 Junho de 2004
Brasil é candidato ao G8, garante Celso Amorim

O Brasil está entre os possíveis candidatos que poderão se juntar ao G8, grupo das nações mais desenvolvidas, e aceitaria uma oferta para representar os países pobres no fórum, disse na quinta-feira o ministro das Relações Exteriores, Celso Amorim.

A França e outros países sugeriram que Brasil, Índia e China poderiam ser convidados a se juntarem ao G8 devido a sua crescente influência nas questões políticas e econômicas mundiais, disse Amorim. "Se formos convidados, estamos prontos para nos juntar e acredito que nós, com Índia e China e outros, representaríamos todos os interesses dos países em desenvolvimento", disse Amorim à Reuters, durante um vôo a São Paulo, onde participará de conversações sobre comércio e desenvolvimento.

O primeiro-ministro italiano, Silvio Berlusconi, disse na quarta-feira que os líderes do G8 estavam considerando convidar China e Índia para se tornarem membros plenos do clube, hoje formado por Estados Unidos, Japão, Alemanha, França, Grã-Bretanha, Itália, Canadá e Rússia.

Amorim disse que conversou com o secretário de Estado norte-americana, Colin Powell, na quarta-feira e entendeu que o presidente francês, Jacques Chirac, e outros líderes mencionaram o Brasil como um candidato.

O chanceler alemão, Gerhard Schroeder, em resposta a uma pergunta no encontro do G8 nesta quinta-feira nos Estados Unidos, confirmou que a expansão do grupo estava sob discussão e que Brasil, China e Índia tinha sido mencionados como candidatos.

"Ele (Berlusconi) mencionou Índia e China como exemplos, e o presidente Chirac, certamente, e outros também mencionaram o Brasil", disse Amorim. "Cada um cita os exemplos que quer." Defrontando-se com o crescente poder político e econômico das nações em desenvolvimento, o G8 começou a convidar países como o Brasil para participar formalmente de alguns encontros, como o realizado em Evian, na França, em junho de 2003.

O Brasil tem liderado as nações em desenvolvimento nas disputas contra os países ricos em relação aos subsídios agrícolas. O presidente Luiz Inácio Lula da Silva convidou em maio China e Rússia para se juntarem a um grupo de líderes dos países emergentes para se contrapor ao domínio dos Estados Unidos e da Europa nos fórum globais políticos e de comércio. Amorim disse que alguns dos ministros do G8 já sugeriram a ele que o grupo seja expandido para um G12 ou G13. O ministro formou e liderou o G20, grupo de países em desenvolvimento, nas últimas negociações sobre comércio mundial, em setembro do ano passado, para tentar reduzir as barreiras agrícolas. Ele não vê contradição com o fato de o Brasil estar disposto a se juntar ao grupo dos países ricos, a cujas posições comerciais se opõe. "Eles (os países desenvolvidos) deveriam agir conjuntamente, não há contradição", disse Amorim, às vésperas da Conferência das Nações Unidas para o Comércio e Desenvolvimento (Unctad), que acontece entre os dias 13 e 18 de junho em São Paulo. Amorim se encontrará com os ministros do Comércio do G20 no sábado para discutir modos de se conseguir acordos que garantam a redução das barreiras agrícolas e exportações de bens industriais até julho.

Ele também deve se encontrar com o representante comercial dos EUA, Robert Zoellick, o Comissário de Comércio da União Européia, Pascal Lamy, e com os ministros do Comércio da Austrália e da Índia no domingo, para buscar um acordo antes que a campanha eleitoral para a Presidência dos EUA embale e impeça novas negociações este ano. "Acredito que seja factível se concordarmos no básico", disse Amorim. "Essa será uma reunião muito importante." Amorim também está otimista que o planejado acordo de livre comércio entre a UE e o Mercosul seja finalizado até outubro.

Por: Andrew Hay

SAO PAULO (Reuters)